La pandemia ha convertido a muchos en unos cocinitas, incluso alguno puede ser ya todo un experto de los fogones. Sin embargo, todavía no controlan el desperdicio de alimentos. Según un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Phuma), el 17% de la comida disponible para los consumidores termina en la basura de los hogares, los comercios, los restaurantes y otros servicios de alimentación. En concreto, alrededor de 931 millones de toneladas de alimentos acabaron desperdiciándose en el mundo en 2019, sin contar las pérdidas generadas durante la producción y transporte.

 Para poder frenar estas cifras nació FoodStories, un ecommerce de alimentación saludable para que el usuario cocine sin desperdiciar alimentos. Y ¿cómo lo hace? Manda solo la cantidad exacta que necesita la receta, ni un gramo más ni un gramo menos. En FoodStories viene todo en su justa medida: “si la receta te pide 100 gramos de queso, en el paquete habrá 100 gramos de queso, si son 200 gramos de arroz te vienen esos 200. De tal forma cuando uno acaba de cocinar la receta no ha sobrado nada”, explica Emilio Viguera, cofundador y director general de FoodStories.

 El objetivo es proponer al usuario una manera distinta de hacer la compra: “En vez de ir al super, coger los ingredientes y ver luego qué hacer, nosotros le proponemos que piense qué quiere comer y así comprar por receta”. El cliente de FoodStories navega por su web y elige el plato que le apetece y el número de comensales, una vez hecho el pedido le llegarán a su domicilio los ingredientes y la receta paso a paso para que puede cocinarlo. Además, FoodStories no solo lucha contra el desperdicio de alimentos sino también con la huella de carbono, ya que el packaging es reciclado y reciclable y los alimentos se producen lo más cerca posible al lugar de consumo.

 También son recetas saludables supervisadas por la nutricionista Elisa Blázquez. Para elegir los platos, el usuario puede escoger entre los filtros para personalizar sus gustos y hábitos. El consumidor recibirá unos meal kits, que son los tarros con los ingredientes, que tienen que guardar, ya que en el siguiente pedido recibirán unos nuevos, pero tendrán que devolver los primeros, por los que habrán pagado una fianza. Cuando FoodStories recibe estos kits se contabilizan, se devuelve la fianza, se higienizan y de vuelta al stock para ser utilizados.

A por Barcelona

 El proyecto se lanzó en septiembre en Madrid y ha tenido “muy buena acogida”. Viguera asegura que han crecido mucho y han tenido muy buen feedback “por eso nos hemos atrevido a saltar a Barcelona”, donde esperan tener el mismo recibimiento que en la capital. “Nuestro negocio es un modelo de crecimiento ciudad por ciudad”, apunta el cofundador.

 Pero aunque ahora tengan la cabeza en la ciudad condal, ya tienen un ojo puesto en la próxima ciudad, que esperan sea París. “Es una ciudad que conocemos bien, hemos vivido ahí y es un mercado maduro”, explica Emilio Viguera. Tal y como explica el consumidor francés está “muy comprometido” con todos los temas de sostenibilidad y le gusta mucho el producto de calidad. Conocen que ya hay algunos competidores, pero confían en su puesta de valor porque “es difícilmente replicable, ya que pondría patas arriba su modelo operativo”.

 Después de París, si todo va bien, la expansión sería a nivel europeo por otras capitales: Lisboa, Milán y ya luego sería dar el paso a América Latina “que pensamos que tiene mucho potencial y una empresa española puede crecer muy bien”.

Difícil tarea la de lanzar el negocio en pandemia

Aunque FoodStories se puso en marcha en septiembre, comenzó a probarse en marzo de 2020, no en un mercado abierto, pero ya comenzaron a operar como negocio con pedidos reales. “Nos dio tiempo a funcionar una semana y a la siguiente nos encerraron”, recuerda Viguera. Al principio, fue “un varapalo”, pero en seguida vieron una oportunidad porque la gente se volcó en las cocinas. “Conseguimos poner en marcha todos los protocolos para poder operar en el mundo covid y vimos una demanda brutal en el primer confinamiento”, asegura.

No obstante, reconoce que la desescalada, cuando la gente empezó a salir más, se notó el efecto contrario. “Nos ha beneficiado en ciertos momentos y nos ha perjudicado en otros, es un entorno muy cambiante”, explica el cofundador. Y aún lo sigue siendo, porque afirma que cuando hay cierres perimetrales se nota que sube la demanda. “Como toda startup nos hemos ido adaptando”, comenta.

Pareja joven, el perfil más típico

 El perfil más típico es el de pareja joven de entre 30 y 45 años, trabajadores, con poder adquisitivo alto y que les gusta cuidarse. También hay gente de todas edades que apuestan por las recetas saludables y gente concienciada con el medio ambiente. Pero hay un perfil que les ha sorprendido que es el de pareja mayor, gente jubilada, que se preocupa por su salud y que lleva toda la vida cocinando lo mismo. “Les encaja muy bien las recetas saludables, cosas distintas y no tienen que salir de casa para hacer la compra. Es un combo muy bueno”, apunta Emilio Viguera.