Frente a otras cuestiones, el año que va finalizando será, probablemente, uno de los mejores para los inversores de los últimos tiempos, sobre todo para quienes han apostado por la renta variable. Una apuesta a través de fondos, naturalmente, cuya rentabilidad anual creció en octubre hasta el 10,9 por ciento, una cifra significativa por lo que supone cuando la inflación supera el cinco por ciento.

Según los datos de Inverco, la patronal de instituciones de inversión colectiva, el total de fondos de inversión españoles cerró con un volumen de 312.105 millones de euros, una cifra superior en 38.000 millones a la del cierre de 2020.

En octubre, el volumen aumentó en 5.570 millones, gracias, precisamente, al comportamiento de las bolsas -aunque la española no está siendo de las más destacadas- en contraste con la renta fija, sometida la deuda pública a largo plazo, su principal activo, a correcciones en el precio y afectando por tanto a esta categoría de fondos.

Por ello, en esa nueva alza del volumen de octubre tuvo una importancia decisiva la revalorización de las carteras, que aportaron el 63 por ciento de esos 5.570 millones, frente al 37 restante que se produjo por las nuevas aportaciones de los partícipes.

Los fondos mixtos también registraron «notables incrementos patrimoniales», según explica la fuente, gracias al componente internacional. Un comportamiento que se atribuye en gran medida al mercado estadounidense, que se encuentra muy cerca de sus máximos históricos. Y por el contrario, las categorías más conservadoras dentro de las que están los fondos garantizados y monetarios, junto a la renta fija, las que más retrocesos experimentaron en sus patrimonios, tanto por vencimientos como por rentabilidades.