Vuelven las dudas y la incertidumbre a la economía con la reaparición fulgurante del covid en primera línea de la vida cotidiana. Y no es que fuera algo olvidado por los agentes económicos -basta ver cualquier análisis de estos meses atrás para comprobar que la pandemia es siempre una amenaza latente- sino que la virulencia de esta nueva ola viene a sumarse a un panorama muy complejo. Un escenario de actividad contradictoria donde el consumo tira hacia abajo del cuadro macro pero los avances de gasto, desde tarjetas a restaurantes, indicadores de alta frecuencia se disparan.

Un escenario donde la oferta es incapaz de responder a la demanda y esta se adapta en condiciones, precio y creación de empleo, a la situación. Un escenario que espera la inversión pública indispensable de unos fondos europeos -y no solo los Next Generation- que van con retraso en su configuración (Programa 2021-2027) como advierten desde Bruselas, entre la sorpresa y la severidad. Un escenario, en suma, inquieto y muy expectante ante el futuro más inmediato que no entiende de otras batallas que las de la supervivencia a corto plazo, miles y miles de empresas, y de un empleo sometido a variables que van mucho más allá de la precariedad. Lo que es la vida real fuera del despacho.