Con el rostro demacrado, el presidente Nicolás Maduro informó el martes que el precio del barril de petróleo venezolano se ubicaba en 21,63 dólares. Para el Gobierno bolivariano la noticia tiene alcances desastrosos. El PIB de ese país, que depende un 95% de la exportación de crudo, ha caído 15 puntos en los últimos tres años. La inflación, según el FMI, ha sido en el 2015 del 275% y cerrará el año en un 720%.

La escasez de alimentos y reservas internacionales, las restricciones para importar bienes esenciales, y todo, insisten las autoridades, es culpa de este derrumbe inimaginable. La extrema dependencia de los precios internacionales ha llevado a Venezuela, según Maduro, a una "encrucijada histórica".

El presidente decretó el estado de emergencia económica para iniciar un proceso de diversificación y, sobre todo, salvar "la estabilidad social y los logros sociales construidos en los últimos 10, 15 años". La oposición, que es mayoría en el Congreso, cree que el chavismo ofrece más de lo mismo y por eso le ha dado la espalda.

El ministro de Petróleo y Minería, Eulogio Del Pino, estimó en 60 dólares el precio del barril para que Venezuela pueda atravesar su crisis. "No se puede seguir vendiendo el crudo por debajo de los costes de producción", dijo. El alto precio del petróleo de la Venezuela saudita ha sido determinante en la construcción de los liderazgos políticos. Le ocurrió a Carlos Andrés Pérez entre 1974 y 1979 y también favoreció de manera extraordinaria a Hugo Chávez.

Chávez fue reelegido en el año 2006 con un barril a 51 dólares que le permitió repartir panes y peces. Seis años más tarde, en el 2012, año de su última reelección, el crudo trepó a los 109,45 dólares. Fue otra vez imbatible. A Nicolás Maduro, en cambio, le amenaza, y mucho, la caída internacional de los precios del oro negro. ABEL GILBERT