Hay quienes dan por sentado que Mariano Rajoy es un títere de Angela Merkel y sus decisiones no son más que órdenes alemanas. Sin embargo, el presidente del Gobierno quiso escenificar ayer que España tiene sus propios intereses y él no tiene miedo de defenderlos alto y claro. Delante de la cancillera alemana y del resto de líderes conservadores, Rajoy urgió a los socios a que en la reunión del Consejo Europeo dejen atrás sus reticencias, "cumplan" con la palabra dada y avancen "con valentía" hacia una mayor integración europea que ayude a países ahogados como España a salir de la crisis.

Mientras tanto, él no da ninguna muestra de tener prisa en pedir un rescate que los mercados dan por hecho y que incluso el Fondo Monetario Internacional (FMI), aliado de España en los últimos meses, le exige que no dilate por más tiempo.

El Gobierno argumenta que antes de pedir ayuda al Banco Central Europeo (BCE) para que compre deuda española tiene que saber si cuenta con el apoyo de todos los socios, así como la operativa que aún diseña la entidad presidida por Mario Dragui. Sin embargo, Rajoy desaprovechó ayer la oportunidad de acercar posturas en persona con Merkel, cabeza visible de los países más reticentes a dar más dinero a España. Ambos se reunieron durante 40 minutos en el marco del congreso del PP europeo. Sin embargo, según fuentes gubernamentales, no hablaron del rescate y la conversación no pasó de cuestiones generales acerca de la necesidad de que Europa dé nuevos pasos en este proceso.

Que el presidente no sacase a relucir la petición de ayuda, aunque Alemania ha dejado entrever en los últimos días que ahora sí está dispuesta a tender la mano a España, da muestras de que la Moncloa quiere dilatar la decisión, al menos hasta después de las elecciones vascas y gallegas del domingo, pese a las presiones que llegan desde los mercados y los organismos internacionales.

El objetivo último del Ejecutivo es que se relaje la prima de riesgo y el diferencial con la deuda alemana ha caído por debajo de los 400 puntos tan solo con el rumor de que España planea pedir un rescate virtual, es decir, una ayuda financiera que no usaría y serviría para que el BCE empezase a comprar deuda española.

Las exigencias españolas

Por tanto, un acuerdo, aunque sea de mínimos, en el Consejo Europeo, daría oxígeno a Rajoy para aguantar un poco más, quien sabe si hasta después de los comicios catalanes.

Por eso y por que está convencido, según dice, de que la verdadera salida a la crisis pasa por "más Europa" y no por el mero parche de la compra de deuda por parte del BCE, Rajoy habló ayer ante sus correlegionarios de forma más clara y contundente de lo que acostumbra. "Sin una acción coordinada, podemos tener problemas en el futuro", advirtió. "Los acuerdos se alcanzan y se cumplen en una familia política sería, fiable y previsible que no da bandazos", añadió en referencia a los acuerdos alcanzados en junio, que pasan por la puesta en marcha de la unión bancaria, y que satisfacen plenamente a España. "Ha llegado el momento de la solidaridad, la unidad y la responsabilidad de todos los que forman la unión. Millones de europeos esperan una sola voz", según concluyó.

Al término de su discurso, Merkel y otros líderes aplaudieron a Rajoy. Sin embargo, Alemania ha dejado entrever que no ve con buenos ojos una de las pretensiones más importantes para España: acelerar la puesta en marcha de un supervisor único para la banca, condición indispensable para que la recapitalización del sistema financiero sea directa y no compute en la deuda de países como España que han pedido ayuda a Europa.

Fuentes gubernamentales de la Moncloa sostienen, no obstante, que este escollo no es fundamental puesto que calculan que la banca requerirá 40.000 millones, cuatro puntos del producto interio bruto, lo que no marcará una gran diferencia sobre el ratio de deuda respecto del PIB.