Decenas de agricultores españoles afincados en la región de Agadir, al sur de Marruecos, se están planteando abandonarlo todo. El campo marroquí les ha echado un pulso. Los sindicatos convocan huelgas casi a diario para reivindicar una mejora de las condiciones laborales. Según afirman los empresarios, organizan masivos piquetes en las fincas y a las puertas de las viviendas, y han atentado incluso contra su seguridad física.

Así las cosas, cerca de 40 empresarios españoles han decidido abandonar la producción de judías y pimientos padrones para la próxima temporada. Algunos incluso se han adelantado y ya han decretado año blanco. Dejarán de recolectar parte de las cosechas. "Tres empresas ya se han puesto en venta y, al menos, cinco también están estudiando abandonar", lo que dejaría en paro a más de 5.000 jornaleros, explica Javier Galindo, presidente de la Asociación de Empresarios españoles en el Reino alauí. "¡Congeladas!", responden los agricultores cuando se les pregunta sobre las inversiones que tenían previsto emprender.

No solo descartan invertir, sino que además desalientan a los empresarios que estén tentados a dar el salto para trabajar con una mano de obra más barata que en España. "Es un mal momento para hacer negocios en el sector mientras continúe el problema de los sindicatos", asegura Santiago, socio de Hortupal.

En sus más de diez años en Marruecos, asegura, jamás se había planteado hacer las maletas. Ahora lo hace, aunque en los últimos cinco años ha invertido más de tres millones de euros en las enredaderas de judías que crecen en los invernaderos que ha levantado en más de 100 hectáreas.

BAJOS SUELDOS Los sindicatos, por su parte, protestan contra los bajos sueldos y los largos horarios en el campo. Al final de la jornada, tras ocho horas bajo el intenso sol, el campesino marroquí recibe en mano cinco euros (unos 52 dirhams). Es el mínimo fijado por la legislación. Las protestas, explica, buscan que los empresarios "mejoren las condiciones económicas y permitan también que se trabaje a destajo: menos horas, pero siendo igual de productivos". Los trabajadores exigen también una cobertura social que "muy pocas empresas cumplen", denuncia Amahroich. "¡Pero si están todos, al menos los míos, dados de alta!", defiende Manuel. Su empresa, una de las treinta afectadas, da empleo a unos 800 marroquís.

Según el líder de los empresarios españoles, los trabajadores --la mayoría mujeres-- no saben leer ni escribir y secundan las manifestaciones "por obligación". Hace menos de dos semanas, sostiene, los "violentos" piquetes provocaron que buena parte de la mercancía no pudiera salir de los almacenes. Por este mal trago pasaron las empresas Rosaflor y Douna Export. Toneladas de judías y pimientos padrones se estropearon y hubo que tirarlos a la basura. "Hemos tirado más de veinte camiones con mercancía", dice el empresario Manuel.