El descubrimiento de una red de fraude tributario masiva en Alemania trascendió ayer de sus fronteras. Liechtenstein, el Estado receptor de una parte de lo defraudado, acusó a las autoridades alemanas de cometer un ataque contra su soberanía. Así lo expresó el príncipe heredero y jefe del Estado, Luis de Liechtenstein. El enfado estalló después de que Berlín confirmara que sus servicios secretos pagaron entre cuatro y cinco millones de euros a un informador para hacerse con datos robados sobre contribuyentes alemanes de un banco del pequeño Estado alpino. El príncipe anunció que estudiarán cómo proteger a sus ciudadanos "y a los inversores que confían en nosotros".