Feliz y satisfecho, ya está en casa. Nada más pisar suelo cordobés recibió el abrazo de los suyos, el que más reconforta. Rafael Argote Enríquez paladea, ahora sí, el regusto del carrusel de sensaciones que le produjo su participación en la Megarace. Es la carrera más larga del mundo: 1.001 kilómetros. "24 horas non stop, 13 días y 16 horas: el primero que llega, gana", explica el protagonista sobre la mecánica de una prueba de ultrafondo de una dureza brutal. Rozó el podio, pero el cuarto lugar le supo a gloria. Los últimos cien kilómetros los abordó con un plus de sufrimiento, ya que tenía un tobillo lastimado.

La carrera, disputada por una de las zonas boscosas más grandes y densas de Alemania, arrancó el pasado día 12. No es un reto al alcance de cualquiera. Estaba limitada a cien dorsales, se inscribieron algo más de ochenta y en la línea de salida formaron finalmente veinte valientes, entre ellos varios españoles. Se trata de la prueba de mayor distancia campo a través que se lleva a cabo en la actualidad, realizada en condiciones de autosuficiencia.

Argote llegó a Córdoba después de sumar a su currículum deportivo un nuevo hito. A sus 51 años, se marcó el desafío de la Megarace después de comprobar su rendimiento en otra competición de dificultad extrema, la Goldsteig 2019, de 661 kilómetros de distancia y 40.600 metros de desnivel. Ahí terminó en segundo lugar. Luego llegaron la pandemia, las restricciones, la ausencia de competiciones... Llevaba un año preparando la Megarace, en la que tenía un plan trazado. Toda su experiencia se ha ido grabando en un documental.

Amigos y familiares de Argote le reciben a su regreso a España. Chencho Martínez

Cada día recorría una distancia entre 90 y 100 kilómetros, a través de unos paisajes de ensueño. "Bonitos no, lo siguiente", confiesa el cordobés, que añade que la espectacularidad del entorno está en proporción directa con la dureza de la carrera. Sin poder dormir -apenas un par de horas al día y pequeñas siestas de diez minutos cuando encontraba un lugar adecuado o, simplemente, le vencía el cansancio-, Rafael Argote fue siempre en los lugares de cabeza de la prueba. Más allá de las distancias, estuvo el problema de la orientación. El cordobés llevaba un GPS de mano, aunque esa herramienta no evitó que tuviera que lidiar con situaciones complicadas. "Te sueles equivocar", admite el ultrafondista.

Su gesta deportiva tiene, además, una vertiente solidaria. Con motivo de esta carrera y su repercusión mediática, Argote presentó, en colaboración con la Fundación La Arruzafa, un proyecto humanitario por el cual pretenden recaudar fondos para la labor oftalmológica que dicha fundación lleva a cabo en África. Los fondos se recaudarán a través de la venta de kilómetros solidarios, que darán la opción a entrar en el sorteo de tres premios en material deportivo de la tienda Saltamontes por importes de 500, 300 y 200 euros. Los kilómetros solidarios se pondrán a la venta en la tienda Saltamontes y el Hospital la Arruzafa.

El ganador, con una corona de laurel, recibe un abrazo a su llegada a Córdoba. Chencho Martínez