Los nombres propios cobran más fuerza en Boca. El equipo auriazul destaca por sus individualidades más que por su juego colectivo, algo que se pudo ver con claridad en la ida, con el 2-2 en la Bombonera gracias a las apariciones de sus delanteros Wanchope Ábila y Darío Bendetto anotando en la primera oportunidad que tuvieron.

Con la plantilla xeneize se pueden armar dos equipos titulares. Sirva como ejemplo que Carlos Tévez y Fernando Gago, futbolistas ya contrastados internacionalmente, se sientan en el banquillo. Les opacan el velocísimo Cristian Pavón, cotizado en casi 50 millones de euros, y el oficio en la contención de Wilmar Barrios, dos jugadores que no superan los 25 años. Pavón, lesionado en la ida con un desgarro muscular, podrá jugar gracias al aplazamiento del partido. Sin embargo, los jugadores del conjunto azul y oro se mostraron disconformes con sacar la final de Argentina. «Había que jugarla en el Monumental por el bien del fútbol argentino», expresó Gago. «Queríamos jugar en cancha de River», insistió Benedetto, el delantero que dio el pase a la final a los xeneizes ante Palmeiras al marcar tres de los cuatro goles que hizo Boca a los brasileños.

«Vamos a jugar con dos o tres delanteros», explicó Guillermo Barros Schelotto, más discutido entre los hinchas de Boca que su homólogo en el seno de River. La final será un punto de inflexión en la carrera del Gemelo. Será héroe o villano. Lo decidirá el resultado. Y también decidirá su futuro, por cuanto acaba su contrato en unas semanas. «Una de las características de Boca desde que soy entrenador es que ataca y hace goles», dijo, pese a que augura «un partido trabado» por las repercusiones que tendrá el desenlace del choque.