¿Pero dónde es el partido?

El que no estuviese puesto en las redes sociales o atento a los medios se pudo plantar en el municipal de Marbella, donde se suponía que se disputaba el quinto bolo de pretemporada. Pero no. Con un día de antelación se advirtió de que el partido cambiaba de escenario. Y al campo de Arroyo de la Miel se desplazó el cordobesismo que escapaba del calor de la capital en la Costa del Sol. Pero resulta que en la localidad de Isco Alarcón hay dos campos... y los dos son municipales. Ayer, el que tocaba era donde no se forjó el astro madridista, como aún se recuerda en las instalaciones malagueñas.

El grueso de la afición cordobesista se concentra en el bar una hora antes de comenzar el encuentro. Allí se encuentran con la sorpresa. Uno de los tres héroes del gol del ascenso de Uli Dávila esta sentado en la terraza. Raúl Bravo había ido a saludar a los que quedan del Córdoba de aquel año. O que el club busca central...

Los más pequeños se vuelven locos con la salida de Florin Andone. Es lo que tiene pararte siempre a firmar y a sacarte fotos, que al final se hace con el cariño de la grada. Pero Xisco es más mediático y el descanso se aprovecha para llamar la atención del goleador blanquiverde, que firmó a prácticamente todos los recogepelotas del muncipal de Arroyo de la Miel.

Pero el verdadero protagonista fue Razak. Tan alto, grande y fuerte como se le recordaba. Al llegar se acerca al palco. El presidente, de nuevo en la grada, lo saluda y tiene gestos de cariño y mimo con el que vuelve a ser portero blanquiverde. El ghanés tiene esa sonrisa que reparte a diestro y siniestro. Se sabe y siente protagonista. Se para con todo el que se lo pide. Es fácil hacer feliz a los niños, aunque muchos no sepan ni quién es. Porque cuando en el verde se ve un partido soporífero, hay que buscar cualquier distracción: radiar el encuentro al que tienes al lado, sacar fotos en la grada o estar pendiente del móvil.