Han pasado 43 años, pero en los rincones de Barcelona en los que el fútbol en blanco y negro aún no ha muerto, no lo han olvidado. "Fermín", dicen al delatar que tienen de frente a un cordobés. Y es que, aunque han contado décadas, el 7 de mayo de 1972 es el día de la bestia para los azulgrana. El día de Fermín.

Igual que el Real Madrid guarda en su crónica negra el nombre de Tenerife, donde dio dos ligas al Barça, Córdoba forma parte de uno de los capítulos más lastimosos para el barcelonismo. El Córdoba y Fermín y el Steaua de Bucarest y Helmuth Duckadam, que tanto montan. Uno le arrebato al Barça una Liga ya descendido; el otro le quitó de las manos en el Sánchez Pizjuán en los penaltis la esperada Copa de Europa. Desde el punto de castigo, como Fermín.

Fermín Gutiérrez visita ahora Córdoba con frecuencia. Aquí cuenta con uno de sus mayores caladeros de amigos, la mayoría de ellos del grupo con el que compartió vestuario cuando recaló como blanquiverde en la campaña 1971/72 cedido por el Real Madrid. Aunque su aspecto físico actual hace difícil reconocer a aquel futbolista que residió en Los Apóstoles (Lepanto) junto a Vicente del Bosque y López Prieto, son muchos los seguidores cordobesistas de aquella generación que le señalan con el dedo. Aquel 7 de mayo de 1972 la Liga se detenía en El Arcángel. Real Madrid y Barcelona llegaban igualados a la penúltima jornada con el título en juego. Mientras que los blancos necesitaban ganar en el Vicente Calderón, a los azulgranas les bastaba con hacerse con los dos puntos ante un Córdoba ya descendido. El resultado en el Manzanares jugó de parte del Barça ya que el equipo colchonero se impuso por 4 a 1 al Real Madrid. Pero los azulgrana no aprovecharon la oportunidad. Un penalti cometido sobre Manolín Cuesta, que no dudó en señalar Pascual Tejerina, lo convirtió en gol a los 53 minutos de partido Fermín. Cuatro décadas después, el madrileño lo subraya como uno de los días más felices de su vinculación con el fútbol, en la que tiene a gala ser el descubridor del exmadridista Raúl, cuando éste aún era un vivaracho chaval de la Colonia Marconi. "Saber que mis compañeros estaban festejándolo en el césped del gran rival, me emocionó. Había sido mi mejor servicio al Madrid. La prima fue su mejor inversión", recuerda Fermín.

Mañana se vuelven a dar muchos paralelismos. El Córdoba no está aún descendido. Pero sólo falta que aparezca el forense para levantar el atestado. Y los azulgranas podría cederle el liderato al Real Madrid en caso de un empate o una derrota. Que la historia tiene ciclos que se repiten es tal vez el único argumento al que hoy se aferra el cordobesismo para no decir adiós a Primera sin una última sonrisa. Como hace 42 años.