Hay cosas que el Barça no aprende. Volvió a despistarse de tal manera que el Celta sacó un tesoro cuando ya se estaba marchando a casa con las manos vacías. En los últimos instantes, el líder ensució el enorme y prodigioso partido de Tello, un vendaval de fuerza, y la inacabable puntería de Messi. Cuando estaban los buenos en el campo, mientras algunas piezas de la segunda unidad (Thiago, Cesc, Alexis...) habían perdido una gran oportunidad, el Barça se dejó empatar.

No debe tener influencia final en la Liga, pero sí es un poderoso mensaje de que hay detalles que no puede descuidar. Ni en Balaídos ni, por supuesto, en París. En cada gol del Celta (el primero, de Insa; el segundo, de Oubiña) se observó esa falta de atención que tanto daño hizo.

Como era de esperar, hubo rotaciones. En la defensa apareció Bartra, perdido durante toda la temporada. También Montoya, pero ejerciendo de lateral izquierdo, el destino que le espera el martes en París si no se recupera Jordi Alba. Y con vacas sagradas (Iniesta, Busquets y hasta Villa) descansando en el banquillo para el duelo europeo, el Barça salió ayer con la segunda unidad. Al mando Song, escoltado por Thiago y Cesc, mientras Alexis, el "jugadorazo", como él mismo se definió, arropaba a Messi por la derecha y Tello por la banda izquierda.

El Celta, sacudido y golpeado por las bajas -con su gran estrella, el díscolo Iago Aspas, en la grada-, estuvo valiente al inicio. Adelantó su línea defensiva para alejarse de Javi Varas y le salió bien porque el Barcelona tenía el balón, pero sin profundidad. Así, ganando terreno, con paciencia, pero sin chispa, el otro Barça fue arrinconando al Celta, hasta que un desorden de la zaga azulgrana acabó con Pinto, que ya había evitado antes el gol en una doble parada, batido ante Insa tras un rápido contragolpe del equipo de Abel.

EL ENFADO DE LEO De ese gol del Celta nació el enfado de Messi. Se vino atrás para despegarse de la presión, oteó la carrera salvaje de Tello por la banda izquierda y sirvió un pase de cine. Y el joven de la cantera embelleció aún más esa acción de Messi con una hermosa parábola para salvar la plástica estirada de Javi Varas y golpear en el poste izquierdo suavemente antes de acariciar la red. Un gol de cine.

Mal lo debió ver Tito desde su casa de Barcelona y ordenó mover al equipo: Iniesta por Thiago, que se hartó de perder balones, y Villa por Alexis.Y llegó la jugada del gol del récord imposible, el 1-2, cuando Leo conectó con Tello y Tello con Leo.

Y a la espalda de Alves el Barça cayó. En el cabezazo de Oubiña se retrató la desidia. Y, al mismo tiempo, un serio aviso.