Marcó el tanto del empate en el clásico e hizo un gesto de torero al dedicarle su gol al público. No era para menos porque Raphael Varane (Lille, Francia, 25 de abril de 1993) cerraba de esa manera una gran faena en su primer clásico. Frío, elegante, con un vuelo eterno para elevarse entre Cesc y Piqué, el Bernabéu terminó por rendirse ante este chaval de 19 años que se alzó por encima de la habitual estela de púrpura que suelen dejar Ronaldo y Messi en ese tipo de enfrentamientos. Con permiso de ambos, la noche fue de Varane, que tuvo como premio la llamada de Deschamps para el Francia-Alemania del 6 de febrero.

No hay nada más saludable que ver a un jugador que puede marcar una época. Varane es de esos. De momento, la joya madridista está llamada a terminar con la maldición del central que persigue al Madrid desde hace años. El chaval ha demostrado que no hace falta perder la cabeza para cortar un pase o liarse a mamporros para ganarse el respeto del rival. Varane tiene otro estilo porque lo suyo tiene que ver más con la elegancia y con una frialdad impropia de un chaval que cumplirá 20 años dentro de tres meses. Quizá la explicación pueda estar en una frase que pronunció tras el clásico copero del miércoles. “Juego sin presión”, declaró Varane, al que tampoco alteró la presencia de sus padres en el encuentro. “A pesar de mis 19 años tengo que dar lo mejor de mí. Estoy preparado y quiero jugar este tipo de partidos”, dijo el central tras su prodigiosa actuación ante el Barcelona. Tras el encuentro cambió su camiseta, nada menos que con Piqué, que alabó la figura del central madridista.

Después de recibir las felicitaciones de todos sus compañeros, de Mourinho e incluso de Florentino, Varane debió acordarse de Zinedine Zidane, su gran valedor y el gran responsable de que el Madrid diera el paso de ficharle en el verano del 2011. Costó 10 millones de euros y llegó con el único aval de haber disputado 23 partidos en Primera con el Lens. A eso se unen sus internacionalidades en la sub- 18 y sub- 21, refrendadas ahora por la llamada de Didier Deschamps para jugar nada menos que contra Alemania la próxima semana.

Un mes después de la llegada del central francés, Mourinho soltó una de sus frases lapidarias. “Ni Sahin es Zidane ni Varane es Hierro”, dijo el portugués. Un año y medio después hasta Mou ha echado mano de Varane para castigar a uno de los jugadores más críticos con el portugués. Sergio amos se quedó en el banquillo nada menos que ante el Manchester City en el choque de la fase de grupos, en el Bernabéu. “¿Es que Varane no tiene derecho a jugar?”, espetó Mourinho. Ahora Varane apunta a la titularidad, es una mina de oro.