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LOS PROTAGONISTAS

El esperado regreso a "casa" de Borja y Quini

El madrileño, contrariado durante todo el partido, entregó su camiseta a Alberto García

Sonó el silbato del árbitro por última vez. Apenas podía moverse, le costó arrancar. Pero nada, ni siquiera la placa de hielo que cubría su pierna derecha, podía evitar que saliera de nuevo al campo a saludar a los que fueron sus compañeros durante la pasada temporada. Uno por uno, fue abrazando a todos. Fernández, Dubarbier, Gaspar, López Garai... y Alberto García. Para el portero blanquiverde fue su camiseta del Real Madrid con el número 19. El que lucen Luka Modric y Borja García.

Para Borja fue un día especial. Volvía a la que fue su casa. En un solo año en Córdoba se ganó el cariño y el respeto de la afición y del vestuario. Con gesto serio, muy contrariado, se pasó buena parte de los 84 minutos que estuvo sobre el terreno de juego. "No ha sido nuestro mejor partido", confesó el madrileño. En varias ocasiones pudo vérsele gesticulando y pidiendo tranquilidad a sus compañeros, e incluso recriminándose a sí mismo tras una jugada en la que intentó hacer una bicicleta sin fortuna. Estaba desesperado. Quería hacer algo para cambiar el rumbo de un encuentro dominado casi en su totalidad por los blanquiverdes. Un buen pase a Jesé fue su única acción destacable.

Un lance con Dubarbier a pocos minutos del final acabó con Borja en el suelo, dolorido. "Es algo normal, no se lo tengo en cuenta porque cuando estamos en un partido cada uno defiende su camiseta", explicó el excordobesista. Finalmente, Toril tuvo que sustituirle y la afición de El Arcángel le despidió con una ovación sentida.

Ya fuera del choque, desde el banquillo, pudo ver cómo Patiño asestaba el golpe en forma de gol y dejaba a su Castilla sin un empate que ya en aquel momento daba por bueno. "Ha sido un fallo nuestro en una jugada que tenemos que mejorar", dijo crítico el jugador blanco, quien reconoció además que "un punto fuera siempre es bueno y se nos ha ido". "Sabíamos que al Córdoba le gusta tener el balón y que el rival era importante", aunque no fue suficiente para sacar algo positivo de su visita a tierras andaluzas.

Pero no fue el único jugador del filial del Real Madrid para el que el partido tenía tintes de emotividad. Joaquín Marín Quini estaba a doce minutos de casa. El jugador de Fernán Núñez se encontró con la titularidad sin esperarlo. "Llevaba varios partidos sin entrar y la semana pasada jugué unos minutos y hoy --por ayer-- he salido de titular", comentó el extremo diestro, una de las grandes sensaciones de la Segunda B durante la pasada temporada. "La pena es que no hemos podido ganar", dijo, con el desánimo plasmado en el rostro.

"Estoy muy contento en Madrid", a donde partió este verano tras una campaña espectacular en Lucena, donde llamó la atención de muchos ojeadores desde el comienzo de la liga. Por supuesto, también de su paisano Juan Luna Eslava. El secretario técnico del Córdoba apuntó su nombre en la agenda muy pronto, pero el jugador tardó poco en decidirse por la oferta madridista. Dice que la capital le ha cambiado poco. "No estoy más fuerte. Estoy igual que siempre. Solo voy dos o tres veces a la semana al gimnasio".

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