El Mundial de MotoGP se corre en la pista, pero puede que se decida fuera de ella. Jorge Lorenzo ha puesto nervioso a Valentino Rossi, no solo con sus extraordinarios resultados (está solo a 14 puntos del italiano, líder del campeonato), sino por su fortaleza psicológica y porque el Doctor no ha podido quebrantar su personalidad en la medida que sí lo hizo con Max Biaggi y Sete Gibernau, dos que aspiraron a destronarlo. "La diferencia entre Max, Sete y yo es que, cuando ellos se enfrentaron a Vale, eran mayores que él; yo soy mucho más joven y esa puede ser una de las claves de mi resistencia", declaró ayer Lorenzo a Radio-5 , de la BBC , en un programa en el que el mítico Giacomo Agostini le pidió, entre risas, que impidiese que Rossi alcanzase su récord de victorias.

El estallido verbal de Rossi en Alemania, donde derrotó a Lorenzo por 99 milésimas, demuestra que el ocho veces campeón sabe que se enfrenta al peor rival de su vida. Un rival que ha sembrado la duda en el seno de Yamaha. Lorenzo exige ser valorado ("mi problema ahora es que no sé cuanto me quiere Yamaha y quiero saber si otras marcas me quieren más que ellos") y, sobre todo, contar con la misma moto que el campeonísimo italiano.

Rossi dice que las dos motos son idénticas. Mentira. El mismo domingo, en Sachsenring, Masao Furusawa, jefe de competición de Yamaha, volvió a negarle la posibilidad a Ramón Forcada, técnico de Lorenzo, de contar este fin de semana en Donington (Inglaterra) con el cigüeñal de aluminio que monta Rossi en su Yamaha. Para tener el mismo embrague, el mallorquín tuvo que esperar tres carreras. Y, sin embargo, Lorenzo está obligado a facilitar a Rossi, si el equipo los pide, sus datos telemétricos, su puesta a punto, cosa que hizo en el Gran Premio de Alemania.

Lorenzo no le hace ascos a la idea de seguir en Yamaha, pero desea mejores condiciones de vida (todos los responsables de cada una de la áreas conviven en el lado del box de Rossi) y de trabajo. Lin Jarvis, que controla el equipo Yamaha por dentro, hace ver que le quiere, pero el poder de Furusawa, eternamente agradecido a Rossi, impide que el equipo acepte, de momento, las condiciones del mallorquín para renovar. Es más, si Lorenzo hubiese querido, habría podido firmar por Honda en Assen (Holanda). Ese fin de semana, Shuhei Nakamoto, máximo jefe de Honda, ofreció a Lorenzo un contrato como piloto oficial. Y el español prefirió aplazar la charla. Consecuencia: la victoria de Dani Pedrosa en EEUU y su podio en Sachsenring han hecho reflexionar a Nakamoto, que ahora sugiere a Lorenzo compartir equipo con Pedrosa.

La petición de que Yamaha le trate igual que a Rossi no es un capricho del mallorquín. A partir de Brno (finales de agosto), los pilotos solo podrán utilizar cinco motores en las últimas siete carreras. Lorenzo teme que, si no tiene el mejor material, su moto pueda sufrir alguna avería. Necesita ese cigüeñal y todo lo que venga. "Todos consideran a Rossi un dios, yo no", señaló ayer Lorenzo. "Es distinto a todos, sí, pero no es invencible".

La postura de Lorenzo no solo inquieta a los responsables de Yamaha, que creían tener ya solucionado el relevo el día que Rossi se retirase, sino también a su patrocinador principal. Uno de los máximos responsables de Fiat envió, la padada semana, un sms a un amigo íntimo de Lorenzo en el que le preguntaba: "¿Qué puedo hacer para que Jorge no se vaya a Honda?". Y es que Fiat, sin posibilidad alguna (porque jamás ha podido pagar lo que pide Vale) de utilizar promocionalmente a Rossi, ha convertido a Giorgio en su mejor imagen.