La espectacular remontada de la selección brasileña en la segunda parte le dio el título de la Copa de las Confederaciones, en un partido en el que llevó la iniciativa, pero en el que tuvo que sufrir mucho para truncar el sueño de los estadounidenses. El fútbol de contragolpe de este equipo creó muchos problemas a los brasileños, sobre todo en el primer periodo, pero Brasil creyó en sus posibilidades y encontró premio al esfuerzo que realizó tras el descanso.

Los dos goles logrados por Estados Unidos en la primera parte, con un fútbol muy similar al que hicieron ante España, hicieron pensar en la sorpresa y en que Estados Unidos iba a coronarse en esta Copa, pero Brasil recuperó el nivel de juego de sus mejores momentos y se hizo con el trofeo al dejar sin opciones a su oponente.

Estados Unidos, muy organizada en defensa, con un centro del campo que realizaba la transición con rapidez y con mucha velocidad en ataque, supo aprovechar las pocas ocasiones de que dispuso para marcharse al descanso con dos sorprendentes goles de ventaja.

La primera mitad había acabado de la mejor manera posible para el conjunto estadounidense. La segunda lo hizo como querían los brasileños, ya que a los cuarenta segundos, Luis Fabiano marcó y el partido cobró una gran intensidad, pues los brasileños empezaron a creer en la remontada ante un rival que se mantenía muy sólido atrás pero que no tenía la misma salida que en el primer periodo.

Cuando cada vez era mayor el dominio de Brasil y más esporádicas las acciones ofensivas de Estados Unidos, el seleccionador brasileño optó por dar entrada a Dani Alves y Elano, lo que dio más poder ofensivo a su equipo.

El partido era cada vez más de ida y vuelta, aunque los ataques de Brasil eran más elaborados y los de Estados Unidos se basaban en salidas aisladas a la contra con muy pocos efectivos.

En uno de esos ataques de los brasileños, una excelente penetración por la izquierda de Kaká, acabó con el tanto del empate, logrado de cabeza por Luis Fabiano y que puso a los estadounidenses contra las cuerdas.

A esas alturas, los brasileños creían en la victoria, mientras que los estadounidenses, embotellados en su área, pensaban en la prórroga. Fue entonces cuando, en un saque de esquina lanzado por Elano, un cabezazo de Lucio puso el 2-3 en el marcador. Quedaban seis minutos para la conclusión del partido. A partir de ahí, Brasil manejó el encuentro y no pasó nada más. La victoria fue para el favorito, aunque con más sufrimiento del que estaba previsto.