Pasó por Barcelona paseando sus buenos modales y el saber estar de quien ha sido parlamentario, ministro de Finanzas en Australia y hombre del deporte desde que ocupó un puesto principal en la organización de los Juegos Olímpicos de Sídney (2000). Pero esa exquisitez no disimula la firmeza que mantiene al frente de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), en cuya presidencia sucedió al canadiense Dick Pound al comenzar el año 2008. Ayer, John Fahey (nacido en Nueva Zelanda hace 64 años y nacionalizado australiano en 1973) expuso la filosofía de su acción en el Global Sports Forum, el espacio de debate internacional que se despidió hasta el año que viene. "Esta guerra la vamos a ganar los buenos" , comentó sin alzar la voz Fahey, en referencia a la lucha contra el dopaje. Una cruzada que se ha endurecido desde el pasado 1 de enero, cuando entró en vigor el nuevo código que obliga a los deportistas a mantenerse localizables con tres meses de antelación. La medida ha levantado ampollas, comenzando por Rafael Nadal, que la calificó de "vergüenza" y "persecución intolerable". Fahey le replicó ayer, como a Andy Murray, Serena Williams, Michael Ballack, la esquiadora Lindsey Vonn o un grupo de ciclistas belgas que han cuestionado la medida. "Solo falta que nos pongan una placa, como a los perros", aseguró la vallista estadounidense Lolo Jones.

"Solo llevamos dos meses con la nueva normativa y hay que darle tiempo al tiempo", aseguró ayer Fahey, que acto seguido defendió a fondo el nuevo escenario: "Todos los deportistas, tenistas incluidos, se beneficiarán de las reglas. Curiosamente, Federer las ha defendido. El número uno del tenis mundial también puede ser controlado por sorpresa, como todos los deportistas de élite, pero eso supondrá una gran oportunidad para demostrar que están limpios".

Fahey no quiso entrar a fondo en el caso Valverde, producto de la revitalización de la operación Puerto realizada en torno al ciclismo. "No sé si el CONI tiene competencias, no puedo conocer los procedimientos legales de cada país", se excusó. Habrá que esperar, aconsejó. Pero en cambio ve con muy buenos ojos la revisión de unos 1.500 análisis de Pekín-2008 en busca de CERA, la EPO de tercera generación detectada por primera vez en el último Tour. "La posibilidad de repetir los análisis hasta ocho años después de tomar la muestra y los avances tecnológicos son buenos porque el mensaje que se envía a los deportistas es que pueden ser pillados en cualquier momento, incluso ocho años después de la infracción".