El francés Richard Virenque, uno de los grandes clásicos del pelotón a sus 34 años, regaló a sus compatriotas en el día de la fiesta nacional del 14 de julio una de sus típicas hazañas al ganar la décima etapa disputada entre Limoges y Saint Flour, la más larga del Tour con 237 kms, en la que otro galo, Thomas Voeckler, conservó su maillot de líder.

Virenque no faltó a la cita de la montaña y a las primeras de cambio demostró por qué sigue siendo un ídolo en Francia. El ciclista del Quik Step, fiel a su estilo, firmó una escapada de 200 kilómetros para rematar su séptima victoria en el Tour en 11 participaciones brazos en alto, en solitario y confirmando que los viejos escaladores nunca se rinden. El francés se erige como favorito al séptimo título de mejor "grimpeur" y desbancar así al español Bahamontes y al belga Van Impe, con quien comparte el récord de seis reinados de la montaña.

El vencedor aventajó en meta en 5.19 al pelotón de los favoritos encabezado por los alemanes del T.Mobile Andreas Kloden y Erik Zabel y donde llegó cuarto el campeón de España Francisco Mancebo, quien tiró en la subida del último kilómetro en busca de arañar algún segundo, pero Armstrong y Ullrich estuvieron atentos, como Iban Mayo, y entraron en el grupo. No así Heras, Hamilton y Sevilla, que se dejaron 7 segundos.

Fue un día festivo para los franceses, que vieron la imagen del vencedor y de Voeckler con sus respectivos maillots de líderes. En la general el joven corredor de La Boulangere mantuvo los 3 minutos respecto a O´Grady y los 4.13 sobre Sandy Casar, segundo y tercero respectivamente.

Una pequeña cota de cuarta categoría situada en el km 39 sirvió para que Virenque presentara sus credenciales en la edición 2004 del Tour. Después de varias arrancadas se llevó consigo al belga del Lotto Axel Merckx, un rodador. Juntos fueron en armonía hasta las pendientes del Puy Mary, único puerto de primera de la jornada. Ahí comenzó la nueva galopada del viejo león y los favoritos empezaron a verse las caras de cerca.

Una maniobra en cabeza del T-Mobile de Ullrich obligó a Armstrong a dejarse ver en cabeza de grupo, mientras que Mayo perdía terreno por una avería mecánica. El descenso sirvió para la reagrupación general con la excepción del grupo de esprinters. En la misma bajada el susto lo protagonizaron el alemán Kessler y el francés Sebastien Hinault, con sendas caídas que pusieron los pelos de punta. El segundo fue trasladado en camilla. Antes se retiró el aragonés del Liberty Angel Vicioso.

Por delante, y con un colchón de 7 minutos, Virenque iba a lo suyo. Subió con solvencia el Col de Plomb de Cantal, de segunda, y ya se lanzó los últimos 32 kilómetros hacia la meta, con los deberes hechos y en plena demostración que sigue siendo la principal referencia del ciclismo francés, no en vano es el último en subir al podio en París, como segundo clasificado en 1997 tras Ullrich.

Mañana se disputa la undécima jornada entre Saint Flour y Figeac, de 164 kilómetros y perfil ondulado que incluye un puerto de segunda. Una jornada que también se presta a las escapadas y que podría sorprender si se producen ataques lejanos.