Al margen

'Yo capitán'

Consigue emocionar al espectador sin buscar la lágrima fácil ni caer en lo panfletario

Fotograma de la película.

Fotograma de la película. / CÓRDOBA

En 2008, Matteo Garrone saltaba a la primera fila cinematográfica cuando presentaba Gomorra, gran obra sobre la mafia que consiguió, entre otros, el Gran Premio del Jurado en Cannes. Luego vinieron títulos como Reality (2012), Dogman (2018), Pinocho (2019) y, entre medias, bastantes cortometrajes. Ahora nos llega, solo en versión doblada (para decepción de algunos), su último trabajo, para lo que ha hecho las maletas y ha salido de su Italia natal, embarcándose en toda una aventura de rodaje en tierras lejanas… o no tan lejanas.

Ese sueño de muchas personas que ven el norte como un paraíso y que acaban inmersos en un infierno es lo que retrata este cineasta cuando nos presenta a un adolescente que ahorra lo suficiente para emprender su odisea, pese a ser advertido del peligro que entraña y de la prohibición de la autoridad familiar, de la madre. Desde Dakar, y en compañía de su inseparable colega, tendrá que conseguir llegar hasta Libia, atravesando el desierto (en este primer segmento del filme es difícil no recordar la aclamada película del cineasta cordobés Gerardo Olivares 14 Kilómetros), como paso previo para alcanzar Italia y, en definitiva, Europa. El filme, en su último tramo también podría, así mismo, recordar otra producción italiana, dirigida por Gianni Amelio: Lamerica.

En fin, el tema de la inmigración ha sido abordado en numerosas ocasiones; sin embargo, si hay algo que caracteriza esta muy digna cinta, sin duda, sería el tratamiento que se hace de dicha temática, pues se convierte en un filme de aventuras, gracias al guion escrito a ocho manos por el director junto a Massimo Ceccherini, Andrea Tagliafierri y Massimo Gaudioso. Y otro gran mérito: consigue emocionar al espectador, sin buscar la lágrima fácil, ni caer en lo panfletario, incluso aparece alguna pincelada de realismo mágico. Además, muy importante es el excelente resultado artístico de unos intérpretes que se han puesto por primera vez delante de una cámara, concretamente el actor protagonista (magnífico Seydou Sarr) que consiguió alzarse en Venecia con el premio al mejor actor emergente, gracias a su vitalidad y energía, desprendiendo una expresividad innata.

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