conciertos
Córdoba pone a la guitarra en un pedestal multidimensional
La 42ª edición del Festival de la Guitarra deja en la capital 24 encuentros de extraordinaria calidad y a un público deleitado por un programa variado
Los rincones del centro de Córdoba aún reverberan acordes. Tendrán que pasar días para que las calles olviden los suspiros de las seis cuerdas que, como cada verano, convierten a la capital cordobesa en un referente mundial. El Festival de la Guitarra cerró ayer sábado, tras diez días, 24 conciertos y actividades paralelas en diferentes escenarios de la ciudad, una extraordinaria 42ª edición que no ha dejado indiferente a nadie.
Del flamenco, en todas sus dimensiones, al jazz o el indie rock, los cordobeses se han dejado llevar por las olas que, de las guitarras de músicos reconocidos, emergían y agitaban el pulso.
De la calma de un inicio en el que se rindió un merecido homenaje al guitarrista Manolo Sanlúcar, tan ligado al festival, y en el que participó Santiago Lara, la orquesta de Córdoba bajo la dirección de Michael Thomas y un coro imponente de voces, Córdoba pasó a un Gregory Porter cautivador.
También en la Axerquía, el barítono conquistó a un público que, quizás por no ser excesivo, resultó fiel a uno de los más destacados exponentes del jazz. De jazz, los cordobeses recibirían otra buena dosis días después en el Gran Teatro. Allí, el bajista Marcus Miller hizo volar al público, además, por los ritmos electrónicos, del soul, del R&B y hasta del rap.
Si algo puede reivindicarse con una guitarra en el regazo, son las raíces más hondas del flamenco. Buen honor se le rindió ya, el primer día, en la Axerquía. Después, cogieron el testigo Rosario ‘La Tremendita’ y su revolución del cante jondo, el cantaor Israel Fernández en el Gran Teatro, el guitarrista cordobés José Antonio Rodríguez en el Patio de los Naranjos o Juan Gómez ‘Chicuelo’ en la Casa Árabe, entre otros.
También de reivindicaciones -para ello la música siempre es una buena aliada- trataron los espectáculos ofrecidos por Susana Baca y Gabacho Maroc. En el caso de la primera, cantando a su Perú y sus raíces africanas, al feminismo, a la libertad. En el segundo caso, Córdoba es la ciudad ideal para hablar de la interculturalidad que, a través de un despliegue de estilos occidentales, orientales y africanos, desplegaron los componentes de Gabacho Maroc.
La clausura, como la inauguración, fue en la Axerquía. En ese escenario -no podía ser en otro- se vivieron algunos de los mejores momentos del festival. Tres noches llenaron e hicieron caer el teatro. Primero, la fiesta particular de Kiko Veneno y Ariel Rot (antiguo componente de Los Rodríguez y Tequila). Después, aterrizarían los siempre queridos Lori Meyers, junto a Los Enemigos. Y, finalmente, Arde Bogotá y León Benavente pusieron un broche impecable a la celebración.
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