Diario Córdoba

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EFEMÉRIDE LITERARIA

75 años de Cántico

El 10 de octubre de 1947 vio la luz el primer número de la revista fundada por los poetas Pablo García Baena, Ricardo Molina, Juan Bernier, Julio Aumente y Mario López, a la que después se uniría Vicente Núñez y que contó con los pintores Miguel del Moral y Ginés Liébana

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75 años de Cántico CÓRDOBA

Ves a unos muchachos posando divertidos al otro lado de la barra de estaño en la taberna Minguitos, durante la Nochevieja de 1956, y lo último que piensas es que estás ante el grupo decisivo de la poesía española. No escribo «cambiar el rumbo» ni «renovar», ya lo ha cambiado el 98, con Juan Ramón Jiménez remando solitario en la proa, Unamuno y los hermanos Manuel y Antonio Machado, bajo ese faro verde con orquesta, venido de ultramar, de Rubén Darío. Después, un poco más tarde, lo ha renovado el 27, en la que brillan García Lorca, Vicente Aleixandre y Luis Cernuda. Pero estamos brindando en la Nochevieja de 1956: el año de la muerte de Baroja -ineludible su filiación con Córdoba, y con Cántico, en su novela La feria de los discretos-, cuyo ataúd se niega a cargar Ernest Hemingway por no ser un escritor español, cediéndole el paso a Camilo José Cela; el año, también, del nacimiento del Capitán Trueno, con un guionista y un dibujante republicanos represaliados tras la guerra: Víctor Mora y Ambrós; y el año, también, de la primera manifestación universitaria antifranquista, pasquines incluidos, en el centro de Madrid.

1956, el año que ha venido a cambiarlo todo, ve llegar su fin con estos jóvenes brindando por lo que todavía tienen que conquistar. No están todos, pero sí son los que están en la poesía, la pintura y el abrazo, en su amalgama o en algunos de sus muchos gestos ante el objetivo: de izquierda a derecha, Ricardo Molina, Miguel del Moral, Pablo García Baena, José de Miguel y Juan Bernier. En esta foto icónica, todos con gabardina y Juan Bernier con la botella de champán o vino cogida por el cuello, faltan los poetas Julio Aumente y Mario López, y también el pintor Ginés Liébana, que sigue siendo el último de Filipinas, un holandés errante en esos ángeles a los que también ha sobrevivido.

Veo en la foto la seriedad interior de Ricardo Molina -el más escritor-, como si estuviera mirando fuera de sus márgenes para tratar de atisbar qué les espera. No es solo el teórico, sino quien más en serio se toma al grupo Cántico como encrucijada entre dos tiempos. Por eso incluso en ese momento de fiesta sostenido parece estar oteando el futuro que no verá, porque su fin llegará demasiado pronto: muchos años después, cuando él sea el último poeta vivo de Cántico, Pablo García Baena seguirá hablando de Ricardo con la misma cercanía que si viviera, aún, en la calle Lineros. Pero Ricardo sabe bien que entre el 27 y el futuro -que serán los Novísimos, con ese mar ardiendo de Pere Gimferrer a la cabeza- solamente andan ellos. No están en su mirada, ni estarán -aunque trate de entablar trato literario epistolar, dedicatorias poéticas incluidas, con los segundos-, ni los poetas garcilasistas, esos ganadores de la guerra, nostálgicos de imperios perdidos de mármol convertido en cartón piedra, ni el compromiso entusiasta de la revista Espadaña, con la poesía cargada de un futuro que no saldrá de sus páginas. No: el cuidado de la palabra, del ritmo y del lenguaje, un tratamiento sofisticado en la imagen que es herencia directa de la generación del 27, será un tesoro guardado entre sus manos para que lo descubran, años después, Guillermo Carnero y Luis Antonio de Villena. Gimferrer llegará a mantener una correspondencia con Ricardo Molina, pero no se ven nunca. Sin embargo, con Pablo García Baena se llegará a encontrar en Córdoba, y hasta compartirán escenario y jornadas en la Cosmopoética de 2012, cuando reunimos a los Novísimos con el legado de Cántico. 

Hay derrotas hermosas por los frutos que brotan entre los escombros. Hace 75 años, Pablo García Baena, Ricardo Molina, Juan Bernier, Julio Aumente y Mario López se presentaron al Premio Adonáis. Lo ganó José Hierro con su libro Alegría. Como respuesta -hermosa, decisiva respuesta-, en 1947 se publicó el primer número de la revista Cántico. Luego se les uniría Vicente Núñez: otra voz y amistad sagradas para Pablo. ¿Qué es ganar o perder? En la fotografía, los antiguos muchachos ya han ganado. 

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