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Arte

El arte de Hisae Yanase inunda la sala de exposiciones Vimcorsa y la Casa Góngora

Las obras pictóricas y escultóricas de la artista afincada en Córdoba se podrán visitar desde este lunes hasta el 6 de noviembre

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Ikuru-Vivir, el arte de Hisae Yanase MANUEL MURILLO

Hisae Yanase, ceramista, pintora y escultora, nació en Chiba -Japón- y falleció en Córdoba donde, desde 1976, ejerció como profesora de cerámica en la Escuela de Arte Mateo Inurria y después en la Escuela de Arte Dionisio Ortiz, hasta su jubilación en el año 2011.

'Ikuru-Vivir' es el nombre que recibe esta exposición promovida desde el área de cultura del Ayuntamiento de Córdoba inaugurada este lunes y que se presenta en dos sedes, la Sala Vimcorsa y la Casa Góngora. Esta decisión viene determinada por la abundancia de obra de sumo interés, la diversidad de disciplinas y técnicas empleadas y la amplitud de intereses que abarca su trabajo. “De esta manera nos aseguramos poder atender todas las derivadas y matices de su obra, su vinculación con la cerámica, los orígenes y hondura de su pintura y el bagaje irrenunciable de su escultura” asegura la responsable del proyecto expositivo y comisariado, la Asociación Espacio Lavadero, quienes añaden que Sala Vimcorsa se acomoda mejor a los desarrollos espaciales de algunas de sus propuestas, a la cuantiosa intensidad de algunas series, incluso a la elocuente monumentalidad de algunas obras. Mientras que la escala de los espacios de la Casa Góngora fomenta la complicidad con el público –necesaria en algunos casos- gracias a la intimidad de las distancias cortas y los requiebros de sus estancias.

Además la exposición ha contado con la colaboración inestimable de Antonio I. González, viudo de Hisae Yanase y custodio de su legado artístico, quien además de asesorar y guiar en la selección de las obras y su montaje ha cedido en préstamo la mayor parte de las obras expuestas. Salvo las procedentes de dos colecciones particulares de Córdoba y las que provienen de otra de Málaga, el grueso de la exposición se nutre del legado de la artista, unas 240 obras, de las que casi un centenar se muestran en las salas de la Casa Góngora, mientras que el resto ocupa las salas de Vimcorsa. El conjunto se compone de bocetos, diseños textiles y de modulación cerámica (una veintena), dibujos fundamentalmente de insectos (alrededor de veinte), pinturas (en torno a treinta), esculturas (más de 160 piezas) y una docena de obras que participan por igual de la pintura como de la cerámica.

La exposición en secuencias

Aunque no es la muestra definitiva sobre la obra de Hisae Yanase -la artista posee tantos registros e intereses plásticos, que resulta más satisfactoria una aproximación sucesiva a su producción- sí se puede afirmar que se trata de una propuesta ambiciosa que al margen de la cantidad de piezas expuestas, aborda prácticamente toda su producción artística, desde los inicios hasta las últimas series expuestas y que se complementa con un apartado documental que hemos creído necesario mostrar: fotografías, cuadernos, catálogos, vídeos.

Esta amplitud del arco retrospectivo, que se remonta hacia atrás hasta los años setenta, ofrece una visión poco conocida de su obra y añade sentido y coherencia a toda su trayectoria. "La muestra propicia una lectura de su obra que troca el curso lineal y progresivo por sucesivos solapamientos, rescates y fugas que dibujan un mapa creativo en perpetuo movimiento y transformación. Metamorfosis: un proyecto artístico que se retroalimenta" apuntan desde Espacio Lavadero.

No hay pues, una sucesión cronológica entre las obras expuestas en una y otra sede porque en cada una de ellas se muestran primeros trabajos, obras de madurez y producción última. Por lo tanto lo que otorga sentido diferenciador a cada sede no son los distintos momentos de la trayectoria de la artista "sino las temáticas abordadas a lo largo de esta" subrayan.

Temáticas

Las primeras series de obras denotan un interés general por las señales de vida: seres vivos, plantas y animales (fundamentalmente insectos) que son atrapados en multitud de bocetos, después dibujos e incluso cerámicas.

Para los responsables del proyecto, "lo natural trasciende una última frontera para adentrarse en un rito de iniciación que contempla el cambio o la metamorfosis como síntomas de un proceso vital a perpetuidad". De ahí que las estaciones del año cobren vida y afectos, que los fenómenos geológicos se asocien a aquellas, que los seres vivos (pájaros) se fundan con los accidentes orográficos y atmosféricos, que la naturaleza en pleno entre en la rueda de la vida, en la ceremonia de la transformación.

Como consecuencia de todo este periplo, de este viaje interminable por la naturaleza, de este intercambio entre la tangibilidad del microcosmos y la inmanencia del macrocosmos, "surgen organismos mestizos que participan tanto de la vida submarina como del mundo del folclore nipón, que dada su escala microscópica se escapan de la vista humana o que pueblan los mundos oníricos".

Después está la memoria, ese repositorio que se retroalimenta con la experiencia de la vida, el eco de la historia o los ancestros asociados a la tradición. Y aquí, como sucede en el mundo natural, se trasciende lo inmediato para conectarse con los arquetipos que hermanan a los humanos. "En este viaje surgen la rueda, que no solo es circular y facilita el movimiento, también es la forma del recipiente básico que contiene los nutrientes de la existencia. La humilde piedra que en multitud compone las solerías, el mosaico, el tastir o las calzadas de la antigüedad. La ventana, el hueco, el óculo desde donde otear y franquear el adentro y el afuera, limen que estrecha mundos y universos. O la arqueta donde se conserva lo más preciado, la vida o la memoria de esta, los restos de la experiencia o los anhelos, vulnerados o aún insatisfechos" concluyen.

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