Diario Córdoba

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CRÓNICA

Serrat entona una despedida poética en La Axerquía

Miles de cordobeses se congregan para navegar por última vez junto al cantautor por más de medio siglo de trayectoria

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Despedida poética de Serrat en La Axerquía FRANCISCO GONZÁLEZ

Como subir a bordo de un barco con destino incierto y billete de no retorno, mientras el sol desciende por la bahía, con la costa teñida de una nostalgia persistente. Así fue la atmósfera del adiós definitivo (esta vez parece que sí) entonado anoche por el capitán del Mediterráneo junto a miles de cordobeses en la Axerquía

El Nano apareció entre la inmensa expectación que provoca la visita de quien conoce algunas verdades. Un profeta. El capitán. Porque ya no se percibe a Serrat como actor, o cantante o artista, sino como ente abstracto que formará para siempre parte de la historia, del sentir e imaginar de un país. Así que el poeta se presentó en el escenario con su aura salada intemporal para contar historias impulsadas por esa voz amable, cálida, que arropó a las gradas desde el inicio. Comenzó con Dale que dale y Mi niñez esa travesía por más de medio siglo del repertorio que hila esta gira, El vicio de cantar (1965-2022). El capitán iba acompañado de una tripulación de excelencia; viejos amigos de travesía como Ricardo Miralles, quien apareció al piano, Josep Mas Kitflus, a los teclados; David Palau, a la guitarra; el violín de Úrsula Amargós y las progresivas apariciones de José Miguel Sagauste, al saxo; Vicente Climent, a la batería y Raui Ferrer al mando del contrabajo.

"Vengo a despedirme uno por uno de todos ustedes, como se merecen". Se presentó y, a modo de monólogo, ironizó: "Por si esta noche caigo y no llego al final del concierto, conserven los boletos, no se les devolverá el importe". El capitán pidió dejar de lado "todo atisbo de nostalgia", a no ser que "se trate de un familiar", añadió con agudeza, consciente del gran número de familias presentes en el recinto donde se intercalaron aplausos efusivos con las muestras de cariño. Pero cómo evitar la nostalgia con canciones como El carrusel del Furo o Romance de Curro.

El camarote estaba decorado a modo de cabaret, cortinas de terciopelo rojo incluidas. Hablador con su tripulación, ingenioso al referirse a la muerte de la reina inglesa. "Con el orejotas nos vamos a reir más, ya verán", comentó muy cómplice la voz que convierte cualquier frase en un poema. Esa voz que elevó El poeta Halley' de Love of Lesbian.

Al público le costó asimilar que no quede capitán para muchas más historias de amor, de "mentiras y fantasías mezcladas con verdades", según su interpretación de las canciones. "Es que se me ha puesto la piel de gallina", reconoció una de las oyentes incondicionales. Respeto unánime y comunión en el homenaje a Miguel Hernández que es Nanas de la cebolla. Alegato a la dignidad de la vida en Para la libertad. Entre anécdotas familiares para Canço de Bressol, en catalán, hasta Los recuerdos o su mención a Gabo en Es caprichoso el azar , con la compañía de la violinista Ursula Amargós a la increíble voz. Vello erizado.

Además, ante una petición unánime, cantó su versión particular de El Cristo de los gitanos. 'El del "alma de marinero" invitó a sus grumetes a cantar, guitarra en mano en algún tema. Caminante no hay camino, se hace camino al andar... Ahí va el capitán, el último en abandonar un navío errante de la poesía en español, que nunca se hundirá.

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