Diario Córdoba

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Al margen

Maigret

La película se sitúa en París en el año 1950

Fotograma de la película. CÓRDOBA

Película oscura, crepuscular. Muy bien pensada, escrita, filmada e interpretada. De hecho, yo creo que a partir de ahora, cuando alguien lea algún libro de Simenon de la serie protagonizada por el comisario Maigret, si ha visto esta película, será difícil que no vea a Gérard Depardieu. Y lo dice alguien que ha sentido verdadera pasión por este escritor y esta saga: desde hace muchos años siempre que leía estas obras imaginaba la casa del personaje, la mujer del protagonista, los paseos por París… y, sin embargo, no me ha chocado la imagen elegida por Patrice Leconte para dar vida a Jules Maigret. Eso sí, la figura que recorre esta historia policíaca está en plena decadencia, ya no puede fumar en pipa como solía, tampoco disfruta con la gastronomía y el médico incluso le recomienda una jubilación.

No es la primera vez que el director de El marido de la peluquera (1990) adapta para la gran pantalla un libro de este escritor, ya lo hizo -y con bastante acierto- en 1989 cuando rodó Monsieur Hire, basándose en El noviazgo de Monsieur Hire. Estamos ante un cineasta francés muy respetado, ya casi un clásico gracias a títulos memorables a los que suma éste último a su filmografía, bastante digno y que posiblemente agradaría al autor de la obra original.

El filme está situado en 1950, como siempre en París, y arranca cuando aparece en plena calle, de noche, tras una pequeña elipsis, una joven muerta, vestida con un traje de alta costura ensangrentado, a quien nadie conoce. Por tanto, la investigación comenzará por encontrar a quien identifique a la víctima, el móvil de los hechos y, finalmente, al responsable del supuesto asesinato. Leconte consigue encontrar el tono adecuado para este filme noir, creando las atmósferas precisas -con una fotografía cuasi expresionista firmada por Yves Angelo-, con cierto aire de melancolía, llevando el mismo realizador la cámara como acostumbra, con ese estilo que permite acercarnos al detalle gracias a esa manera tan personal de usar el zoom, sin dejar de retratar a Depardieu en toda su inmensidad.

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