Los reconocimientos y premios han salpicado su carrera literaria desde muy joven, y este año 2021 se cumplen 20 de la publicación de su primer poemario, Una interpretación, con el que se alzó con el premio Adonáis de poesía. Apenas llevaba unos meses becado en la mítica Residencia de Estudiantes de Madrid para estudiar Derecho cuando Joaquín Pérez Azaústre recibió una de las noticias más emocionantes de su vida, y desde entonces ha viajado entre los versos y la narrativa con obras que también han sido obsequiadas con importantes galardones. Hoy, a las 19.30 horas, en la delegación territorial de Cultura, el autor cordobés presentará, junto a José Luis Rey y Mariana Lozano, la reedición de su primer poemario, que cuenta con el prólogo de Pere Gimferrer y los epílogos de Raquel Lanseros y Ana Castro. Pero hoy, Pérez Azaústre recordará mucho más que Una interpertación, ya que también pretende que este acto se convierta en una celebración de sus veinte años de vocación literaria, que quiere agradecer en su ciudad y junto a los que siempre le han acompañado.

Han pasado 20 años desde la publicación de ‘Una interpretación’, un poemario que le valió el mítico premio Adonáis mientras estaba becado en la también mítica Residencia de Estudiantes de Madrid. ¿Qué recuerda de aquel momento?

Recuerdo una emoción muy grande, sobre todo cuando se publicó la obra, que era mi primer libro de poemas. Por otro lado, el Adonáis lo había ganado hasta ese momento gente extraordinaria como Claudio Rodríguez o José Hierro. La verdad es que lo celebré muchísimo.

¿No le dio un poco de vértigo iniciar su carrera literaria con uno de los galardones poéticos más importantes del país? 

Lo que me dio vértigo fueron algunas de las críticas que salieron, que fueron muy elogiosas. Recuerdo la llamada de Pere Gimferrer, que me dijo que estaban entusiasmados con el libro. No esperaba esa reacción tan buena a esa poesía en ese momento. Escribir tiene ese punto de exposición permanente y hay que asumir que a unos gustarás y a otros no. 

 Además de 20 años de su primer poemario, ¿tiene esta reedición también el objetivo de recordar dos décadas de vocación literaria?

En un principio no era la intención. Solo queríamos recordar que se cumplían 20 años de mi debut poético. Pero a medida que ha pasado este tiempo fui cobrando conciencia de la famosa frase de Gil de Biedma -«Ahora que de casi todo hace ya 20 años»- y para mí este acto ha cobrado ese aspecto de celebrar dos décadas de escritura. He tenido la suerte de tener muy buenos lectores, personas que me han seguido y apoyado, y en estos veinte años, muy vividos y en los que ha habido de todo, la palabra que se me queda es los labios es gratitud por haber podido vivir mi sueño de escribir.   

«Lo que me dio vértigo no fue el premio Adonáis, sino las elogiosas críticas a mi libro»

¿Es importante para usted que este momento de echar la vista atrás y recuerdo sea en Córdoba?

Mucho. Córdoba es la ciudad en la que nací, la de mi familia, la del colegio, y me siento muy agradecido. También siento una vinculación muy grande con la ciudad a través de los artículos que escribo en Diario CÓRDOBA, en los que, aunque trato de dar un enfoque nacional, no pierdo de vista que escribo para el periódico de mi ciudad. Me siento honrado.

En esa obra refleja el paisaje devastado de la guerra civil española, pero con la intención de mostrar que la poesía regenera ese campo yermo, que todo lo puede salvar. ¿Es un libro de fe en la vida?

Absolutamente. El primer poema se titula Una hermosa muchacha despierta en 1939 tras un largo sueño. Ese largo sueño es la guerra civil y en ese poema aparece un paisaje devastado y árido, pero a medida que va avanzando el libro la propia poesía va regenerando ese paisaje, lo llena de color, de música, de sentidos, de referencias literarias a otros poetas. Entonces pensaba que la poesía nos puede salvar, y estos veinte años me han enseñado que es así. A veces, la juventud tiene una pequeña lucidez que no se sabe muy bien de donde llega, y sigo pensando que la poesía nos puede salvar, ayudar en los procesos de sanación que la vida nos exige. Es un primer libro donde está el germen de toda mi obra, por eso me reconozco mucho en él. La clave de mi escritura biográfica convertida en realidad simbólica, además de las referencias culturales, ya estaba en ese primer libro.  

¿Qué aporta esta reedición?

Para mí es una edición de lujo porque cuenta con el prólogo de Gimferrer y los epílogos de Ana Castro y Raquel Lanseros. El libro también lleva una nota mía en la que cuento de una manera no demasiado nostálgica, pero sí muy sincera, cómo yo me sentí cuando escribí este libro. El texto poético está respetado en su integridad.

Lo autobiográfico inunda su literatura. ¿Por qué esa tendencia a hablar de sí mismo?

Las novelas tienen un proceso de maduración mucho más lento que la poesía, pero cuando me viene un poema es como una especie de fuerza imparable, y casi siempre me viene de momentos de mi vida de una especial intensidad, ya sea positiva o negativa. Y eso me ayuda a asimilar esos momentos. Es una especie de potencia que, en mi caso, resulta ineludible, por eso mis versos son autobiográficos.

«Cuando yo era joven, publicar un libro era un sueño, y aún lo sigue siendo»

En aquel momento era un escritor muy joven y lleno de ilusiones, ¿se sigue reconociendo en aquel poeta principiante?

En algunas cosas, sí. Por ejemplo, en la osadía, que se contiene mediante la formación literaria. Hace falta atreverse. Me reconozco en eso y también en la plenitud de vivir, que para mí es indisociable de la escritura.  

¿Un escritor tiene que ser fiel al latido de su tiempo, a la época que vive?

Creo que sí, pero cuando yo decía eso hace años parecía un propósito, y ahora creo que no de serlo, que debe surgir de manera natural. Has de estar en tu tiempo para que tu escritura sea acorde con la sensibilidad de tu época. Lo que sí creo es que siempre hay que enfrentarse a la poesía con gran exigencia. 

¿Qué balance hace de estos 20 años? ¿Cómo describiría su carrera literaria?

A lo largo de estos veinte años he tenido mis frustraciones, como todo el mundo, pero me quedo con lo bueno, que ha sido mucho. Cuando yo era joven, publicar un libro era un sueño, y aún lo sigue siendo. Por otro lado, agradezco infinitamente a los que confiaron en mí, a los que me apoyaron, y, sobre todo, a mis lectores, haber podido continuar con esta vocación literaria.