Antaño, los frailes de Santo Domingo usaban a modo de cementerio los terrenos que luego se les expropiaron para ubicar el Teatro Romea, en Murcia. Dicen que eso no hizo precisamente gracia a los monjes, y desembocó en un mal augurio. Tres incendios serían, contemplaba el conjuro. El primero fue el 8 de febrero de 1877 por la noche, durante la representación de la compañía de Corominas de la obra 'Como empieza y como acaba'. El segundo, el 10 de diciembre de 1899, por la tarde. Justo para esa noche estaba programada la obra 'Jugar con fuego'. Según la leyenda el tercero de los incendios tendrá lugar con todo el aforo de publico al completo y sus efectos serán devastadores, motivo por el cual, y desde el segundo de los incendios, en el cual murió un adolescente, siempre se deja una butaca sin ocupar. Por si acaso.

El concejal de Cultura y Recuperación del Patrimonio, Jesús Pacheco Méndez, visitó este martes el Teatro Romea, para ver la butaca del palco 10 de platea, informan fuentes municipales. Ese asiento, que ahora luce forrado con terciopelo negro para que destaque entre el resto de butacas de color granate, "se deja siempre libre de forma simbólica y nunca sale a la venta para no dar lugar a que pueda producirse ese tercer incendio", recordó el edil.

"De esta forma se evita que se cumpla la llamada leyenda del fraile. A mediados del siglo XIX, Murcia reclamaba un teatro como los que se estaban poniendo de moda en ese tiempo, es decir, a la italiana o de media herradura. El Ayuntamiento se benefició de las leyes que impulsara Mendizábal para el uso de terrenos y espacios que tenía la iglesia sin utilizar, y darles un destino concreto", explican fuentes municipales.

 "En la entonces llamada plaza del Esparto, a cuyo costado estaba la iglesia de Santo Domingo y la congregación monacal correspondiente, había metros suficientes para hacer un teatro por lo que tomaron terrenos para construir el que sería Teatro de los Infantes. La leyenda del fraile cuenta que un dominico maldijo la construcción del teatro, enojado por haberles quitado buena parte de su patrimonio. El monje vaticinó que el edificio se quemaría en tres ocasiones, y que la última sería la definitiva, ya que ese día el teatro debería estar totalmente lleno", destacan las mismas fuentes en un comunicado.

 La leyenda sigue diciendo que las taquilleras tienen la orden de no vender al menos una entrada de la 777 existentes. Por lo que pueda pasar.