El misterio del naufragio de la desafortunada 'Expedición Franklin' parece estar cada vez más cerca de resolverse. Investigadores inuit y de la agencia Parks Canada presentaron el pasado miércoles los resultados de sus estudios en uno de los buques al mando del capitán Sir John A. Franklin que quedaron atrapados en el hielo a mediados del siglo XIX, el 'Terror'. Por primera vez, el equipo de investigadores ha logrado sumergirse hasta siete veces en las profundidades del buque, hundido en el estrecho de Victoria, y gracias a un vehículo operado por control remoto han conseguido unas imágenes del interior del navío, que parece haberse mantenido ajeno al paso del tiempo.

La imágenes muestran cómo la hélice sigue en su puesto y cómo, gracias a la gélida temperatura del agua y la falta de oxígeno y de luz, se mantienen intactos escritorios, sillas, armarios y hasta platos de la época, en el mismo sitio donde seguramente se encontraban en el momento del naufragio. Por la posición del barco, los investigadores sostienen que posiblemente, el buque se mantuvo bastante tiempo flotando o encallado entre los bloques de hielo y que acabó hundiéndose de manera inesperada.

UN TRÁGICO FINAL, ENVUELTO EN FANTASÍA

Los resultados del estudio han arrojado nueva luz sobre un naufragio, alrededor del cual no han faltado dosis de fantasía e imaginación, alimentadas por los habitantes de la zona, los inuit.

La expedición tuvo problemas desde el principio. En 1847, dos años después de haber zarpado desde el puerto de Greenhithe, al sureste de Inglaterra, la situación comenzó a complicarse: Franklin, el capitán, había muerto y el irlandés Francis Crozier había tomado su relevo. Los dos buques de la expedición se encontraban atrapados entre el hielo y el nuevo capitán tomó la trágica decisión de abandonar las naves para intentar alcanzar tierra firme. El destino de los que siguieron las órdenes de Crozier ha estado marcado por las truculentas historias -que a día de hoy parecen probadas- que hablaban de escenas de canibalismo entre los camaradas.

Más de un siglo después del accidente, las investigaciones realizadas por el profesor Owen Beattie concluyeron que los huesos encontrados en la isla del Rey Guillermo demostraban efectivamente, signos de canibalismo. El trágico suceso y el exotismo del lugar se convirtieron en una fuente inagotable de inspiración para novelistas, pintores y compositores. El mismísimo Jules Vernes trató de seguir los pasos del capitán Franklin en su novela 'Las aventuras del capitán Hatteras'.

FRANKLIN: UN HÉROE VICTORIANO

Ni el macabro suceso, ni el fracaso de la expedición, que pretendía explorar por primera vez la totalidad del Paso del Noroeste -el trayecto marítimo más corto entre Europa y Asia-, impidieron que a ojos de los británicos, Franklin fuera visto como un héroe. Fue el noruego Ronald Amundsen, unos cuantas décadas después, a principios del siglo XX, quién se hizo con el galardón que perseguía el británico, erigiéndose como el primer explorador que conseguía cruzar el mítico paso.

Amundsen tardó tres años, algo más que el crucero de lujo 'Crystal Serenity' que, "gracias" al deshielo de la zona ártica, dió el disparo de salida a la llegada del turismo en una de las zonas más remotas del planeta, realizando la ruta entre Seward (sur de Alaska) y Nueva York en un mes. Cosas del cambio climático.

A MÁS DE 20 METROS DE LA SUPERFÍCIE

Las historias sobre los dos barcos siniestrados que durante generaciones habían contado los Inuit -y que, ignoradas por parte de los arqueólogos occidentales, solo se habían tomado en serio ellos mismos- empezaron a atraer la atención en el 2014, cuando investigadores de Parks Canada -la agencia gubernamental que vela por la conservación del patrimonio canadiense- hallaron, en el sur de la isla del Rey Guillermo, uno de los dos buques de la expedición, el Erebus, sumergido a 11 metros debajo del agua. Dos años más tarde, exploradores de la Arctic Research Foundation, localizaron el segundo de los buques, el Terror, inmerso en las gélidas aguas del Ártico, a más de 20 metros de la superficie.

Los arqueólogos de Parks Canada han podido acceder casi cada rincón de la cubierta inferior. La única estancia que se les ha resistido es el dormitorio del capitán, cuya puerta se encontraba cerrada. Este hecho mantendrá vivo por un poco tiempo más el misterio del desenlace del 'Terror', a la vez que puede convertirse en la principal clave para desvelarlo. Los investigadores consideran que dentro de la habitación, sellados en los cajones, podrían encontrarse en perfecto estado cartas de navegación y mapas, así como documentos personales del capitán. "Cada cajón y espacio cerrado será una información valiosísima sin precedentes para desvelar el destino de la 'Expedición Franklin'", auguró en un comunicado Marc-André Bernier, el responsable del departamento de arqueología subacuática de Parks Canada.