El escritor cacereño Javier Cercas acaba de publicar en la Editorial Mondadori la que es su última novela, Las leyes de la frontera , una historia sobre la figura de un delincuente juvenil de los años 80 en la Gerona de finales de la dictadura franquista y en la que es "el lector el que decide muchas de las cosas que suceden" porque "el centro de la novela es la pura ambigüedad".

Las leyes de la frontera aborda la figura de un quinqui adolescente en la Gerona de finales del franquismo, una historia contada desde la perspectiva de Cañas, un joven de clase media que, en su adolescencia, formó parte de la banda del Zarco. Veinte años después y convertido en un abogado de prestigio, Cañas lo defenderá e intentará sacarlo de la cárcel. El trío de protagonistas se completa con Tere, otra quinqui adolescente de la que Cañas se enamora. Y es que, como el propio Cercas confiesa, "siempre me interesaron los chavales violentos de mi época, siempre formaron parte de mi vida, pese a que toda aquella subcultura quinqui no perteneciera a mi propia cultura".

FALSOS MITOS Cercas explica que lo que ocurrió con esa subcultura, formada por una corriente de música, películas, libros y reportajes de prensa, generada desde finales de los 70 a los 80, "es que convirtió de una manera intensa a algunos de esos delincuentes juveniles en verdaderos mitos. Sin embargo, todo aquello desapareció muy rápidamente y nunca más se volvió a hablar de ello ni a hacer películas". Así, cuenta que cuando terminó de escribir Anatomía de un instante acudió a una exposición en Barcelona sobre quinquis de los 80. "Había en las paredes un buen número de retratos de jóvenes, chavales que habían acabado todos muertos, sobre todo por la violencia y la heroína, que fue la verdadera guerra de mi generación". Esta muestra actuó de detonante de su última novela, un detonante generado por un montón de imágenes que le conmovieron mucho y le hicieron preguntarse "¿por qué esos chavales habían muerto tan jóvenes y yo no?".

Su protagonista, el Zarco, encarna a aquellos delincuentes juveniles que tan populares se hicieron en los 80 y que provocaban admiración y terror al mismo tiempo. "Es un personaje complejo, idealizado durante buena parte de su vida porque fue visto como un auténtico Robin Hood que robaba a los ricos para dárselo a los pobres".

Pero lo que encuentra el lector de Las leyes de la frontera es precisamente una desmitificación de esos jóvenes, es decir, su personaje central, el Zarco, actúa como un antihéroe. "Ha vivido una vida intensa, pero al mismo tiempo malograda, posee cierta dignidad y grandeza, pero, al fin y al cabo, es sólo un pobre chaval que ha tenido pocas oportunidades en la vida".