ENTREVISTA | María Sánchez Escritora

"La poesía puede ser ese momento de pararse y ver las cosas desde otra mirada"

Tras 'Cuaderno de Campo (2017), el ensayo 'Tierra de mujeres' (2019) y 'Amáciga' (2020), esta veterinaria y escritora cordobesa publica 'Fuego la sed'

María Sánchez.

María Sánchez. / JOSÉ GONZÁLEZ

Francisco Expósito

Francisco Expósito

La escritora María Sánchez reflexiona sobre la relación del hombre con la naturaleza y la importancia de la poesía tras publicar ‘Fuego la sed’.

Ha tardado siete años en publicar ‘Fuego la sed’ desde que apareció ‘Cuaderno de campo’. ¿Cómo surgió ‘Fuego la sed’? ¿Era este el momento en el que debía surgir?

Creo que la poesía, para mí, en mi día a día, tiene unos ritmos muy ajenos a lo que son las urgencias y estas prisas del mundo en el que vivimos. Siento que el poema necesita el tiempo necesario, por eso me gusta equiparar la poesía con los tiempos del campo. Pienso en reparar un huerto, en los árboles frutales, en los ciclos del campo, donde no se puede trabajar con prisas y donde está expuesto a muchos factores, desde la mano de la persona, a la lluvia, al tiempo que hace... un cúmulo de circunstancias. He necesitado esos siete años para terminar este libro. Sí es verdad que este libro comencé a pensar en él cuando estaba terminando ‘Cuaderno de campo’ y es muy curioso porque este libro comienza con un libro que me saco de la Biblioteca Provincial de Córdoba, una antología de poetas mexicanos que recogía un poema que llevaba el título de «Tigre la sed», del poeta mexicano Rubén Bonifaz Nuño. Me fascinó. Tenía que hacer algo con ese título cuando empecé a escribir este libro, por la situación, por como mi familia que hay ganadería y siempre ha estado ligada al campo, esa preocupación de que ya no llueve como antes, de cómo va cambiando el campo, no hay relevo generacional, cómo va cambiando en la cría de animales sentí la necesidad de contarlo. Para mí la poesía es otra forma de escribir, de narrar, de estar en el mundo y algo que necesita mucha calma. Han pasado siete años desde ‘Cuaderno de campo’.

Decía en ‘Tierra de mujeres’ que «nuestro medio rural morirá si no sabemos transmitir a los que vienen su importancia y su cuidado». ¿Qué arde mientras se deja hacer, mientras permanecemos ajenos a lo que ocurre?

A mí algo que me atraviesa mucho que no nos han enseñado a valorar otros sistemas y otras cuestiones que son importantes, cuando lo importante está ahí afuera. Creo que se pierde un mundo, una manera única de trabajar la tierra, de mirar el campo, unas relaciones únicas. Siempre me gustan los vínculos entre el ser humano, las semillas, los árboles, los animales. Claro ejemplo es la trashumancia. Al final, una oveja que lleva en su lana la semilla germina a muchísimos kilómetros de donde se engacharon, para mí es un poema. Creo que nos estamos perdiendo muchos mundos, porque cada medio rural, cada pueblo y cada campo es único. También hay que romper con la idea de que el campo es de un solo tipo, que solo hay un tipo de hombre y mujer rural. Tenemos un medio rural muy diverso y muestra de ellos son todos esos espacios naturales protegidos, que la mayoría de ellos son así por ese saber tan único de esos elementos: la persona, el animal, la semilla...

¿El hombre ha perdido la capacidad de conmoverse?

Creo que no hemos perdido esa capacidad, porque la seguimos teniendo. Cuando somos niños no tenemos miedo a preguntar. Creo que nosotros tenemos que poner de nuestra parte, pero debemos pensar en eso que se nos marca como lo importante y algo de éxito. Si desde pequeños no se nos enseña a valorar, a reparar, a asombrarnos, pues claro, no podemos proteger ni cuidar las cosas. He sido afortunada por haber vivido en un pueblo, por haber vivido rodeada de animales... Es un privilegio y ojalá todo el mundo lo tuviera. Pienso en mucha gente que no tiene esa facilidad y es muy curioso que cuando publiqué ‘Cuaderno de campo’ todas las librerías llevaba un queso de cabra de una ganadera de Martín de la Jara y todo el mundo me preguntaba por ese queso y quería comprar ese queso porque sabía lo que había detrás. Pero para querer eso y valorarlo hay que conocerlo. Lamentablemente, si enfocamos el mundo por la comida, vivimos en una sociedad donde no pensamos, porque no se nos enseña, qué hay detrás de un plato de comida, qué supone que te estás comiendo un cuenco de fresas o un filete de cerdo... hay que mirar más allá, no solo con la comida. Por ejemplo, con la ropa que llevamos, las cosas que usamos. Hay todo un mundo detrás de lo que supone que tengamos esas facilidades. Hay que valorar lo que tenemos.

¿Estamos en una situación de emergencia climática?

Totalmente. No soy experta, ni científica, pero solo hay que mirar la situación en la que estamos, que tenemos inviernos cada vez más calurosos, que la tierra mismo nos lo dice. Esa es una de las cosas que he incluido en el libro cómo existe esa preocupación de que ya no llueve como antes, se están secando fincas de campos preciosas, se están quedando sin veneros, sin agua. Hay una preocupación y lo dicen cuando afirman qué dirían si vieran cómo está el campo. La evidencia está ahí y deberíamos hacer todo lo posible para evitar que vaya a más. Pienso en la sociedad del futuro y veo que nos van a juzgar por muchas cosas y ha llegado el momento de decir que esto no puede seguir así para evitar que vaya a más. Es un drama, está cambiando el entorno con la sequía, los embalses vacíos, pueblos que se tienen que abastecer con cisternas de agua... no somos conscientes de la gravedad de la situación y del cambio de vida que se está produciendo y ves que hay ganaderos que llevan desde hace un año dando de comer a los animales porque no hay comida en el campo. No somos conscientes de lo que hay.

¿Qué tiene que decir la poesía ante lo que está sucediendo en nuestro entorno?

La poesía puede ser una muy buena manera en que reparemos en estas cosas, porque tenemos tanta información y es muy accesible, pero a la vez siendo cuando más desinformados estamos, muchas noticias falsas, no hay tiempo para el reposo, de pensar las cosas. Parece que todo el mundo tiene que tener una opinión ya, de saberlo todo. La poesía puede ser ese momento de pararse y ver las cosas desde otra mirada. Ha sido muy bonito que gracias a la poesía mi familia me ha contado historias que muchas veces a lo mejor no me lo hubieran contado sin la poesía, hacer reparar en esas cosas que nos rodean. Con mi proyecto Almáciga, de las palabras del campo, cómo a raíz de uno que se siente valorado o ve esta palabra desde el principio con cariño, quiere compartir sus historias y darle importancia. La poesía es una ventana y, sobre todo, pienso en esa otra forma de ver las cosas.

¿Cuáles son los dolores de la naturaleza?

Creo que los dolores de la naturaleza son nuestros valores. El problema que tenemos, y puede ser que de ahí venga que estamos como estamos, el habernos separado tanto, el habernos creído superiores, aislados y dependientes de la naturaleza y del campo cuando nosotros somos ese campo y ese territorio. Eso es lo que ha permitido que hagamos con ella las barbaridades que hemos hecho, por quedarnos separados. Ahora mismo azota, en mi opinión, esa falta de lluvia, esos tiempos locos, esa incertidumbre y ese falta de reconocimiento a las personas que hacen posible el sector primario y nuestra comida. Creo que ese es otro de los dolores del campo. Estamos perdiendo todos estos hombres y mujeres que han hecho posible un territorio y han conservado un paisaje, tenemos que hacer posible por seguir porque esta manera de entender esta manera de vida y este territorio no se pierda.

Por cierto, el campo se ha levantado ahora y ha criticado el ‘greening’ de la PAC. ¿Entiende esto?

Si venimos de incentivar y aniquilar otra forma de producción para fomentar una, entiendo esa reacción ahora. Es obvio lo que se debería fomentar y pagar. Soy de las que opinan que se debería reconocer a aquellas personas que custodian un territorio, porque están protegiendo y realizando un servicio ecosistémico. A mí lo que me da miedo y no me parece lógico es que sea más fácil montar una nave de mil pollos que tener un rebaño de cabras en el campo y tener empresa familiar, que te pidan los mismos papeles ya sea una industria o un pequeño productor. Es curioso que los animales que más se adaptan al campo, son más longevos y están asociados a espacios naturales protegidos, razas ligadas a productos de alto valor ambiental y de calidad, pero que están en peligro de extinción. ¿Qué valoramos, qué ponemos en el centro? Deberíamos de pensar el sistema alimentario que tenemos. Vivimos en un mundo que el derroche en comida cada día desperdicia mucho y tal vez tenemos más enfermedades producidas por lo mal que comemos. Es increíble. Y además en un mundo en el que hay hambre. No me gusta sentar cátedra, sigo teniendo muchas preguntas, hay muchas caras de esto que está pasando, hay muchos campos protestando y muchos campos que no pueden protestar, pero creo que deberíamos cuestionar el modelo en el que estamos y replantearlo y a mí me da un poco de miedo que comamos cosas que nos enferman y que hacen daño a un territorio, que produce sequía y contamina. En los tiempos que estamos deberíamos replanteárnoslo.

-“El infinito espera/como un gazapo/entre las cosas/más pequeñas/de este mundo”. ¿Habrá tiempo para la espera?

Hay mucha oscuridad en el libro y el poema final de plantar un árbol de luz, por eso esa portada con esas flores que brotan de las manos. Soy de las que piensan que el futuro se está haciendo ahora. Creo que estamos a tiempo, lo que nos espera es ese otro nuevo mañana. Nosotros no deberíamos seguir esperando a que vengan otras personas. Tampoco me gustan esos discursos que nos riñen, que nos culpabilizan, ... y siempre estamos a tiempo y deberíamos ponernos ya. El mañana ya lo estamos haciendo.

-¿Qué le dice la palabra “neorruralismo”? ¿Se identifica con esta corriente literaria?

No soy fan de las etiquetas ni de los discursos. Me siendo muy bien fuera de lo que no se puede encorsetar. No me gusta. Primero porque mi formación no es literaria, yo soy veterinaria, y creo que no me toca a mí formar parte de las etiquetas. Entiendo que necesitamos nombrar las cosas para contarlas, para darles luz, pero no sé en qué corriente me siento más cómoda. Lo que sí te digo es que donde más me gusta estar es con la gente del campo, que es con la que más aprendo.

-Si tuviera que recomendar un libro y un poeta, ¿cuáles serían?

-Y después de ‘Fuego la sed’, ¿qué vendrá?

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