POESÍA

Una póstuma plegaria

El baenense José Antonio Santano exprime en ‘Sepulta plenitud’ el temblor de lo inefable

José Antonio Santano

José Antonio Santano / CÓRDOBA

Alejandro López Andrada

Alejandro López Andrada

Intentar descifrar la poesía es, casi siempre, despeñarse en los acantilados del misterio. La buena poesía es indescifrable. Como un vuelo de nubes rasgando el campo de la tarde, abonando el silencio del oscurecer, se despliegan los versos de este libro memorable de José Antonio Santano, un poeta andaluz que sabe eternizar el temblor de las cosas que mueren ebrias de infinito.

Si en sus libros anteriores, sobre todo en sus poemarios, el autor de Baena había encontrado el resplandor profundo y sutil que emanan las palabras para expresar la emoción de los objetos y las cosas más puras de la realidad, aquí en esta obra, ‘Sepulta plenitud’, el poeta exprime el temblor de lo inefable que encuentra en los seres, en las ruinas del paisaje y en la naturaleza que tiene alrededor: «En la casa del tiempo,/ en las paredes oblicuas de la tarde…,/ los gorriones gritan,/ se derraman en el aire/ y todo parece no existir». (Pág. 21).

Dar vida al silencio, hacer visible el rastro añil de lo que existió algún día y hoy no está es uno de los valores principales que tiene este hermoso poemario, cuyos versos beben del magnetismo de la tierra, absorben la luz telúrica del tiempo, convierten la muerte en vida tumultuosa, la noche profunda en suave claridad. Leer este libro es como adentrarse, sin saberlo, y sin esperarlo, en una ocre epifanía donde «la muerte que vive en el silencio» (pág. 49) es un resplandor cálido de mimbres o de juncos bordados por la luz del sol.

«En este poemario límpido y sublime alcanza la cota más alta de su lírica y nos regala un hermoso tapiz hilvanado de colores y aromas»

Pues estamos ante un libro ebrio de Naturaleza y paisajes campestres, de versos nacidos del humus de la tierra que empapan los ojos y el alma del lector que observa y disfruta este poético dibujo de una simbólica y mítica ciudad mordida de ruinas que, a la vez, es otros espacios sintetizados en la mente del poeta que hace un viaje feliz a través del tiempo para tocar «como un haz de luz, la voz del aire en las murallas/ y los nombres que fueron ecos de otras vidas» (Pág. 63).

Lo mejor de este libro es que diseca el tiempo, lo embalsama en hermosos cubículos de luz, coronado de olivos y hojas de laurel. Emociona el poeta cuando escribe en unos versos que su patria es el silencio, un silencio épico, añil, transcendental, donde caben los mármoles, los pájaros y los ríos, la majestad sutil de las montañas. José Antonio Santano (Baena, 1957) en este poemario límpido y sublime alcanza la cota más alta de su lírica, nos regala un hermoso tapiz bien hilvanado de colores y aromas, de símbolos ancestrales, que podemos observar en versos como estos: «…la tarde fue perdiendo su color/ de ardiente estío,/ la noria en su nostalgia detenida/ sortea ya la luz,/ el silencio coral/ de una póstuma plegaria» (Pág. 31).

Y es ahí en ese punto, precisamente, ahí, cuando eleva y sostiene ese suave canto ingrávido de amor a los símbolos de la Naturaleza, a los seres sublimes, a los nombres intemporales cargados de magia y resonancias épicas, como Lucio o Silveria, donde se aquilata el tono de una voz poética firme y seductora que nos va ofreciendo el misterio en oleadas de palabras que vuelan con alas de oro y jaspe seduciendo al lector con versos que relampaguean: «Las columnas del atrio, / las estancias translúcidas/ o el rumor de los pájaros/ que la tarde dibuja/ en los ojos del tiempo» (Pág. 59). Llegado a este punto álgido de canto, de poesía convertida en lírica plegaria, José Antonio Santano consigue aquilatar su universo poético evocando lo perdido, esa desconsolada «sepulta plenitud» que convierte en belleza el dolor de lo que fue.

‘Sepulta plenitud’.

Autor: José Antonio Santano.

Editorial: Olé Libros. Valencia, 2023.

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