EL ZAGUÁN

La vida alzada

'La vida alzada' es un poemario vitalista porque dibuja sobre nuestro espíritu «la lentitud de la felicidad»

Lauren García (d) muestra su libro en el Club Prensa Asturiana, en Oviedo.

Lauren García (d) muestra su libro en el Club Prensa Asturiana, en Oviedo. / Fernando Rodríguez

Alejandro López Andrada

Alejandro López Andrada

Lauren García es un magnífico poeta: en su último libro, La vida alzada, «abre el calor que desvistió la tarde» para esconderlo entre las zarzamoras. En un hermoso prólogo al poemario, Joaquín Pérez Azaústre, inspiradísimo, nos define a su autor como al muchacho que ha entendido, como hizo en su día Claudio, «que siempre la claridad viene del cielo». Y luego de esto, el genial Lauren García contradiciendo a Pavese ama unos ojos y en ellos ve la muerte deshacerse. Él es consciente de que, de un modo u otro, tenemos poco: «el trasiego de la infancia..., el corazón interponiéndose en las puertas». En su poesía oímos la emoción del musgo dulce que crece abandonado en los raíles de un ferrocarril.

La vida alzada es un poemario vitalista porque dibuja sobre nuestro espíritu «la lentitud de la felicidad» que expande el resplandor de la conciencia cuando el dolor consuela más que duele. El poeta auténtico que es Lauren dice que en la mirada azul de un padre suele brotar la justicia verdadera. Él hila, mientras se desangra el mundo, palabras de vainilla que confortan levantando en la niebla una luz cálida, la de un poemario mítico, esencial, donde el amor como un sol de mostaza alza la vida borrando la tristeza.

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