SEMBLANZA

Adiós a Rafael Guillén

La conciencia poética y la voluntad creadora del poeta granadino

Rafael Guillén.

Rafael Guillén. / EUROPA PRESS

Fuimos muchos los que reconocimos y ensalzamos su trabajo, pero a pesar de todos los reconocimientos, de los muchos premios, ha quedado el regusto amargo que decía Jenaro Talens al desplazar hacia los márgenes a autores y obras surgidas lejos de los ámbitos de influencia como Madrid o Barcelona. Ese carácter marginal que asumió Guillén desde el inicio de su carrera, le permitió mantenerse fiel al rigor del trabajo bien hecho frente a la urgencia del éxito.

Rafael Guillén nació en la calle San Juan de Dios el año 1933. A los dos años muere el padre. Después llegará una dura posguerra en la que cursará estudios elementales en el seminario de San Cecilio de los jesuitas, y realiza diversos quehaceres para ayudar a la familia. Asiste más tarde como libre oyente al instituto Padre Suárez y después se matricula en la Escuela de Comercio, ingresando en el Banco Hispano-Americano.

Ya con veinte años, en 1953, funda con Ladrón de Guevara, Martín Vivaldi, Julio Alfredo Egea, José Carlos Gallardo, Miguel Ruiz del Castillo y otros poetas el grupo ‘Versos al aire libre’, un grupo que rompió el silencio tras el asesinato de García Lorca. Conoció a Blas de Otero con motivo de su servicio militar y fundó y dirigió, junto con Ladrón de Guevara, la colección de libros Veleta al Sur, única manifestación poética en Granada desde 1957 hasta 1966. En 1962 colaboró con Gil de Biedma, José Agustín Goytisolo, Félix Grande y Jaime Ferrán, en el número 1 de la revista ‘La Trinchera’, dirigida en Sevilla por José Batlló, y en 1963 consiguió el Premio Internacional del Círculo de Escritores Iberoamericanos de Nueva York al que se unirá desde entonces un largo etcétera de reconocimientos como el Premio Leopoldo Panero, el Boscán... el Nacional de Literatura hasta llegar al Federico García Lorca de 2014 o al Premio Andalucía de la Crítica en 2003. Sobre su obra en poesía, narrativa y ensayo existe una extensa bibliografía que incluye monografías y tesis doctorales. En mis estudios sobre su lírica consideraba la existencia de seis apartados:

-Antes del primer gesto: la palabra ‘versus’ realismo social: Etapa de aprendizaje y experimentación en la tradición (Guillén lo calificó de «melifluo»). Creo que en los poemas de ‘Antes de la esperanza’ (1956) están las claves de una metafísica de la esperanza.

-Los ciclos gestuales: vitalismo humanista en el asombro y humanismo neorromántico. La trilogía del gesto. Poesía del conocimiento y el asombro (Pilar Palomo). Yo hablo de humanismo neorromántico militante, solidario y cívico.

-El ciclo de poesía transparentemente humana y amorosa. Sería de transición desde mi punto de vista. Años 70 y principios de los 80.

-La etapa de consolidación: la tetralogía metafísica y un añadido con ‘Variaciones temporales’. En realidad una pentalogía con las grandes ideas que han sostenido siempre a la cosmología y a la física teórica y sustentan el edificio del pensamiento y la ciencia modernas, al intentar explicar el origen del mundo y sus componentes en obras como ‘Límites’ (1971), ‘Los estados transparentes’ (Premio Nacional de Literatura en 1994), ‘Las edades del frío’ (Premio Andalucía de la Crítica en 2003) y ‘Los dominios del cóndor’ (2007), conjunto monumental y uno de los acontecimientos poéticos más trascendentes de los últimos años en la poesía española.

-‘Moheda y la oquedad abismal’. Un libro específico en cinco apartados revelan un ámbito espacial y, sobre todo, unos lazos persistentes con la conmoción interior.

-Por último, la tradición poética y el clasicismo en ‘Odres viejos’ con madrigales, baladas, endechas, romances, romancillos, canciones, coplas, seguidillas, letrillas y glosas...

«Su lenguaje del sur ha enriquecido la lírica española a la que ha dotado de una profundidad en lo esencial, en el núcleo de los temas»

Su lenguaje del sur ha enriquecido la lírica española, a la que ha dotado de una profundidad en lo esencial, en el núcleo de los temas que han preocupado históricamente al ser humano: el amor, el tiempo, la materia, el sentido de la existencia, nuestra necesidad de conocimiento y nuestra soledad ante los avatares del mundo, con esa duda metódica que aspira a la esperanza. Poesía engendrada en el clasicismo español, en el que se adentra y perfecciona para después seguir sus propios derroteros líricos, al imbuirse del sentido último que posee la realidad y la inmersión en ella del ser humano. Una poesía que sorprende, sugerente y seductora, que trata de iluminar las últimas verdades del ser humano a través de la búsqueda y la interpretación intuida. Obras como ‘Los estados transparentes’, ‘Los vientos’, ‘Límites’, ‘Moheda’, ‘Mis amados odres viejos’, ‘Los dominios del cóndor’, ‘Las edades del frío’ o el ciclo ‘Gestos’ son ya literatura de un profundo clasicismo en la lírica española contemporánea.

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