La editorial Olé Libros ha editado la novela de Gregorio Muelas El primer tetrarca, ubicada la historia en la Antigua Roma, concretamente en el último cuarto del siglo III dC.

El filón de la historia de Roma

Gregorio Muelas nació en Sagunto en 1977, es licenciado en Historia por la Universidad de Valencia, es uno de los directores de la revista Crátera, revista de crítica y poesía contemporánea, y es miembro de la Asociación Valenciana de Escritores y Críticos Literarios (Clave) y del consejo editorial de la web Todo literatura. Es también poeta: Aunque me borre el tiempo (2010), Un fragmento de eternidad (2014) y Estado de Acedia (2019). Ha escrito haikus y el libro de crítica y ensayo Polifonía de lo inmanente. Apuntes sobre poesía española contemporánea (2010-2017).

Con esta amplia trayectoria y como buen historiador, Gregorio Muelas se adentra en esta novela en la historia de Diocleciano, capaz de pacificar la inestable política de Roma, que se halla sumida en la anarquía. Gracias a Diocleciano se crea el sistema de la tetrarquía, que consiste en la división del Imperio romano entre dos emperadores mayores, los augustos y sus sucesores designados, los césares. Le sucederá Galerio cuando el emperador decide retirarse, pero las intrigas y los problemas no acabarán ahí, ya que surgen nuevos conflictos en la política de Roma.

Con estos mimbres y con una gran investigación por parte de Gregorio Muelas, la novela es un tejido bien hilado, ya que Gregorio Muelas va construyendo una novela apasionante con una prosa poética, en muchas ocasiones, que nos deslumbra: «Mientras las olas deshacían las largas estelas que centelleaban argentadas por el sol naciente, las naves levantaron sus remos goteantes dejando que fuera la marea la que las aproximase al muelle, donde una pequeña masa de siervos esperaba».

La plasticidad de las descripciones, que parecen cuadros o imágenes cinematográficas, dota a la novela la temperatura que va adquiriendo el relato, muy bien hilado por Gregorio Muelas.

Y además logra imprimir a las descripciones mucha fuerza para que veamos a los seres que habitan en ese mundo, sintamos su cercanía, nos adentremos en sus vidas. Así describe a Constancio: «El cráneo calvo y los profundos surcos que cruzaban su frente imprimían a su mirada cierto aire de benevolencia, pero aún se podía advertir en ella el fulgor de antaño. Aquel hombre de nariz aguileña y mentón prominente, rasgos físicos que me había transmitido, todavía albergaba el espíritu enérgico que le había conducido a vestir la toga púrpura».

Y las descripciones de las batallas dan a la novela una autenticidad que se filtra continuamente en el lenguaje esmerado y poético de Gregorio Muelas, nos hace ver las guerras y, como si nos hallásemos ante un poema filmado, nos dejamos llevar por ese universo de batallas y de seres que van tejiendo sus afectos y sus recelos.

Y otro mérito de esta novela son las cartas que abundan y que imprimen verosimilitud a la trama, además de mostrar los sentimientos de los personajes, revelar sus íntimas preocupaciones. Ha construido Gregorio Muelas una novela donde la información detallada de todos los acontecimientos se une a una mirada honda a los personajes que palpitan en cada línea.

Podemos caminar con ellos, sentir sus avatares, comprender sus decisiones, lamentar sus errores. Envueltos en la guerra, en conflictos, esta historia de la Antigua Roma no difiere demasiado de las aventuras de otras épocas y otras guerras, porque el ser humano repite siempre los errores y su condición de ser en conflicto es universal.

Para tejer una novela tan bien construida, tan bien mantenida en la tensión de las historias que cuenta, Gregorio Muelas ha debido investigar mucho y, desde luego, creer en sus personajes, amarlos firmemente. Solo así, desde la pasión, se construye una novela tan apasionante como El primer tetrarca, la primera de Gregorio Muelas después de una trayectoria vinculada a la poesía y a la crítica literaria.

‘El primer tetrarca’.