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POESÍA

La vida como música

La vida como músicaCÓRDOBA

Antonio Daganzo (Madrid, 1976), es autor de varios poemarios, siendo uno de los más recientes el titulado Juventud todavía, publicado en 2015 y por el cual recibió el Premio de la Crítica de Madrid. También es narrador, habiendo recibido en este campo el Premio Miguel Delibes de Narrativa por su novela Carrión (2017). Y no menos importante es su faceta de musicógrafo experto, de lo cual es buena muestra su ensayo de 2014 Clásicos a contratiempo. Su nuevo poemario, La sangre Música, es un libro ambicioso. Y lo es porque no es frecuente encontrar unos poemas largos bien estructurados y de una profunda unidad común, además del valor lírico que cada verso contiene. El libro consta de un «Preludio» y de cinco «Cantos», cada cual con su título. Creo que puede leerse esta obra como un solo poema largo, en la tradición de Octavio Paz o Juan Ramón Jiménez (con Piedra de sol y Espacio). La estructura bien pensada y mejor realizada de un poemario no es cosa baladí y Daganzo ha logrado crearla en este libro, el mejor de los suyos y uno de los más notables de nuestra generación. Es una poesía que revive el recuerdo, lo funde con el presente y proyecta su luz hacia el futuro. El tiempo es cuestión esencial. Del devenir de su propia existencia da cuenta el poeta en una peculiar fusión de épica y lírica (al fondo, Memorial de Isla Negra de Neruda). Cada canto es una resurrección de una vida pasada y labrada al calor de la poesía misma. Todos los fragmentos se cierran con la palabra «Música». Y es que la música, en poesía, es una moral. Es el compromiso de servir a la posible plenitud que sienta cada uno de nosotros gracias a la belleza y la revelación que siempre entraña la poesía: «Sabed ya, mis galanes,/ que así quiere la Música». El Canto Cuarto o «Cantar de los galanes» es piedra de toque del libro; es un poema tan bello y celebratorio que consigue que los otros Cantos se eleven hasta el «júbilo», en una concepción rilkeana de la Poesía. Y los testigos a quienes se dirige el autor somos todos nosotros, los invitados al «ágape» que la gran poesía es siempre. Imposible quedarnos con uno solo de los Cantos o el Preludio. Entretejidos de belleza y armonía van estos poemas elevando el mundo que una vez habitó la memoria y que volverá a habitar el amor. Poesía de júbilo, alquimia hermosa del dolor: la poesía ha de doler como la luz primera en los ojos nacidos. Y si hay algún pasaje más prosaico es porque la estructura lo necesita para no caer en continuo éxtasis, a la manera en que se sostiene la música coral de Thomas Tallis.

Antonio Daganzo ha escrito un hermoso libro que merecer ser leído y comentado. Porque la poesía, como dijo Juan Ramón al hablar de Emily Dickinson, va dejando caer joyas de vez en cuando. Este libro es una de ellas.

‘La sangre Música’.

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