Llevados por una voz dulce, sensible y serena, el autor nos abre las puertas de su vida a través de un bello y emocionante relato biográfico: se trata de un reencuentro, cara a cara, con las emotivas y vívidas escenas de su pasado, que sorprenden por la riqueza de detalles que han perdurado en su memoria con una frescura intacta e impoluta a pesar del extenso recorrido en el tiempo.

Theodor Kallifatides (Molaoi, 1938) es un escritor de origen griego que en 1964 emigra a Suecia, obtiene la licenciatura en Filosofía y se consolida como escritor de novela, ensayo y poesía. Es autor también de guiones de películas y de cuadernos de viaje. Sus obras han sido traducidas a veinte idiomas y ha recibido galardones como el Premio Nacional griego de Literatura Testimonial 2013, con el libro que nos ocupa y el Premio Cálamo 2019 con Otra vida por vivir. En 2020 Galaxia Gutenberg también publicó sus libros El asedio de Troya y Madres e hijos. Tras la Guerra Civil en Grecia (1946-1949), en la que las fuerzas conservadoras monárquicas se enfrentaron a los comunistas griegos, el padre de Theodor es arrestado y encarcelado en Esparta. Comienza el relato con la tierna imagen del autor cogido de la mano por su abuelo para emigrar desde su villa natal en Molaoi hasta la ciudad de Atenas. Allí son acogidos por la tía Jrisí hasta que su padre encuentra un trabajo y se mudan a un semisótano.

El niño, consciente en todo momento de la escasez económica que atraviesa su familia, crece, juega y experimenta sus días desde la observación y el análisis atento de las causas que lo llevan a sus pequeños logros y, más aún, de aquellas que lo abocan a sus inevitables y penosos fracasos, como el que le cierra la tan deseada y necesitada oportunidad de acceder a la universidad.

Es así como va gradualmente madurando bajo el ineludible peso que le proporciona la inseguridad de saberse un niño, adolescente y joven de origen humilde. De esta forma será la penuria económica por la que atraviesan sus padres y que le obliga a vestir «pantalones cortos», la que le impedirá, por ejemplo, atreverse a conquistar a las chicas cuando comienza su despertar romántico y sexual. Más doloroso aún e inhabilitante para su futuro será el hecho de no poder pagarse las clases de acceso a la universidad, que lo marcará para siempre, obligándolo a una incansable, ingrata e infructífera búsqueda de oportunidades laborales en el agotado escenario de un país en posguerra.

Desde su niñez, atraído por la lectura, que comienza con la Enciclopedia Helios, encontrará en los libros y en la rica variedad de autores de todas las épocas, comenzando por la antigüedad clásica, un consuelo fiel así como inspiración para ir conformando sus propias ideas en el plano político, filosófico y religioso.

Finalmente, habiendo apurado las escasas oportunidades de trabajo que le ofrece su patria y recorriendo algunas ciudades del mapa de Grecia como Esparta, Corinto, Tesalónica o Rentina, vuelve a Atenas y, ante el enrarecido clima político de los años 60 y la ausencia de perspectiva laboral y personal, decide abandonar Grecia inspirado de forma romántica, por la película El manantial de la doncella, de Ingmar Bergman.

En Suecia logrará superar la prueba del idioma y elevarse desde el puesto de lavaplatos hasta el de licenciado en Filosofía, profesor, reputado escritor y conferenciante.

Años después, obligado por la enfermedad y muerte de su madre, volverá a reencontrarse con la patria que en su momento lo obligó a desarraigarse de los tan amados olores a tomillo, orégano, del sabor a almendras, higos, miel y mar.

A sus 83 años, Theodor Kallifatides nos regala su hermoso, especiado y emotivo testimonio de vida.

‘Lo pasado no es un sueño’.