El París de finales del siglo XIX será testigo del exilio de la reina Isabel II, quien, en 1882, todavía se pregunta qué hizo mal y quiénes llevaron a cabo la traición para verse encerrada en ese mediocre palacio de Castilla, aunque vive desde lejos los acontecimientos que sacuden España, mantiene la esperanza puesta en su hijo, Alfonso XII, e intenta mientras poner orden a una serie de documentos que un desconocido le ha traído, y que obran en su poder. El joven Julio Uceda, recomendado por el progresista Mateo Sagasta, es la persona de confianza que acude para ayudar a la reina a ordenar, revolver e interpretar la verdad entre los viejos papeles, la mayor parte artículos de periódicos y revistas que forman parte de la historia de España; pero encontrará, también, algunos documentos comprometedores y cartas por las que están muy interesados en Madrid y que, de alguna manera, pueden poner en peligro el reinado de Alfonso XII propiciando otra vez la inestabilidad del país. La labor de Julio como secretario particular de la reina, en sustitución del anterior, se complica debido al doble juego que lleva a cabo y a su adicción a la cocaína. Este hombre irá conociendo, casi de hurtadillas, a todas las personas que tienen contacto con la antigua reina y, también, a Otilia, la joven que lleva poco tiempo al servicio de Isabel y cuyo trabajo consiste, exclusivamente, en leerle a la antigua soberana. Surgen, entonces, en el lector preguntas cómo ¿porqué llegó esta lectora al palacio?, ¿qué secretos oculta el hombre que ejerce de secretario de la reina y qué es lo que busca?

Un relato paralelo nos descubre la historia de la obra social que impulsó el marqués de Leganés, un emotivo episodio que nos hablará de las niñas huérfanas e hijas ilegítimas de nobles que compartían espacio en uno de los colegios más elitistas de la capital; retrato de unos personajes, casi reales, conocidas como Las guapas, porque corría el rumor por Madrid de que solo admitían a niñas de gran belleza. Las travesuras del internado amenizan la trama y contribuyen a dibujar esa otra sociedad española de finales del siglo XIX. Entre sus alumnas dos protagonistas de esta historia: Teresa y Elena, dos jóvenes mujeres con diferentes destinos; mientras la primera conocerá los sinsabores de la vida, incluida la cárcel; la segunda pasará a la historia cono La favorita, la cantante de ópera, Elena Sanz, que soñaba cómo, algún día, llegaría a cantar en el Teatro Real de Madrid, y su extraordinario talento y belleza le hicieron superar todos sus sueños; con su voz conquistó los escenarios de toda Europa, desde el palco imperial del zar Alejandro II hasta el corazón de Emilio Castelar, que la definió como «una divinidad egipcia». Atrapada en una trama de seducción, celos, traición y alta política, la contralto dio dos hijos ilegítimos al monarca Alfonso XII, que provocaron el escándalo de la sociedad de la época y el deseo de justicia de una de las reinas con más poder de toda Europa, la regente María Cristina de Habsburgo, aunque pocos se escandalizaron en el Madrid de la época, como tampoco lo hizo la reina Isabel II, que se nos muestra como una mujer escasamente preparada para el cargo que ocupó, y muy dada a los asuntos de cama, siendo criticada y humillada por ello. El hecho de ser mujer fue su condena en la vida y culpable de su exilio.

Un paseo por Madrid descubriendo alguno de sus rincones, las distintas intrigas, incluido un intento por instaurar el trono para la Casa de Orleans en detrimento de los Borbones, y algún asesinato le dan a la novela el suspense necesario para entender un momento trascendental de nuestra historia más reciente.

La narrativa de Herminia Luque (Granada, 1964) ensalza la diferente labor de las mujeres de la época y ofrece un retrato de la reina más cercano y humilde, una visión con la que intenta contrarrestar la imagen siempre cuestionada de una reina que no lo tuvo fácil para gobernar. Surge desde el punto de vista narrativo una mirada insólita e ingeniosa, y a lo largo del texto aparecerán unas voces y personajes femeninos especialmente logrados, al tiempo que la granadina ofrece una estructura narrativa original y con una absoluta libertad que incluye una intriga palaciega; no desdeña una aproximación a la figura histórica de Isabel II, a la par que una magnífica recreación, precisa e irónica, de ese convulso final del siglo XIX, que incluye una mirada crítica a los tan contrapuestos contextos de la sociedad de la época.

‘La reina del exilio’ (Premio Narrativas Históricas).