Es un libro sin rostro y sin manos. Aunque algún tipo de sujeto camina por sus páginas, pero invisible, ese que conocemos convencional no se encuentra en este libro. La escritura, o mejor la forma de la escritura, es discontinua, excéntrica, no sigue una pauta de márgenes establecidos, sin apenas puntos ni comas y muchos espacios en blanco. En poesía los espacios en blanco nunca son gratuitos, y en este poemario mucho menos. Y algunos poemas visuales. Un prólogo en verso del mismo autor, que es parte del libro, no es discordante ni es lo que parece al uso, pero no tanto por su coherencia, y un epílogo de Jesús Malia. Esta es su imagen a primera vista.

Y entre el prólogo y el epílogo los versos, las líneas, las palabras de hoy mismo, las imágenes, la negación y la defensa de nuestro mundo diario, cotidiano, acertado, de fracaso, de blanco y negro. Mientras en poesía el riesgo puede ser el nombre de una amante que deberíamos buscar siempre, y así parece que lo entiende de manera extrema Alejandro Céspedes.

Un libro que hay que leer despacio, a pesar de su gran pantalla donde imaginar no las formas que ya las vemos, sino cosas invisibles, sentidos y emociones, que también la hay, no como estamos habituados, pero la hay. Es otro tiempo y, desde luego, otra poesía. Y por ello no deja indiferente su lectura, porque al final nos impregna de lo inconcreto y desprovisto, nombrados así, tal vez, porque no estamos acostumbrados a salir de los caminos señalados, redondeados y sin perfilar. En estas páginas hay un espacio nuevo, no el mejor ni único, pero otro.

Varios son los poemas visuales. Un caligrama en forma de pozo, otro con sólo tres versos formando un rectángulo con la apertura derecha abierta. Las páginas 53 y 54 son una lámina suelta transparente y en brillo, totalmente vacía, la página en blanco da la sensación de espejo ¿metáfora? Otras con sólo un verso, dos o tres. Por retratar algunos. Espacios por doquier abiertos que dicen mucho de las intenciones de su autor y son significativos con la lectura de los textos. La 94 en el margen inferior "yo soy yo soy yo soy-" Las 101 y 103, la primera con puntos negros dispersos guardados por dos versos arriba y abajo, y la segunda de fondo negro y las palabras en blanco, como hueco grabado. Le sigue el Epílogo de Jesús Malia, titulado Scribendi Nullus Finis , seguido a la vuelta de la página con los versos "es tan cierto que nada es lo que parece/como que todo es lo que parece", y aparentemente fragmentados. Hasta aquí es la descripción fría y simple de un libro, su estructura, la forma, la distribución de los versos, o mejor la puesta en escena de la poesía en una página en blanco.

Y dentro de todo esto ¿dónde está la poesía? Se dice que en todo hay desde una pizca de poesía hasta la espuma, y puede ser cierto, pero todas las formas y temas no son poesía. ¿O sí? ¿Las matemáticas son poesía? Para este autor, evidentemente sí, y le sirven para hacer poesía, no otra poesía, es o no es, la poesía es siempre una, no única, con muchos rostros, pero ¿cuándo es más ecuánime y de perfil reconocible?, ¿existe eso?, ¿tiene que ser la misma de siempre y conocemos? Indudablemente que no. También la tradición está ahí. Hay varias tradiciones en este libro. Aquí pueden estar los caligramas de Apollinaire, los futuristas, poesía visual, podemos hallar formas y fórmulas diversas de lecturas y hacer poesía. Abre puertas y ventanas, como un ensayo, una hipostasis. Ensayo de la poesía. Teoría de nuestras vidas y tiempo. Ni siquiera el poeta puede negar la poesía, sólo sus formas y escenas limitadas siempre y también sus interminables paisajes. En el final, eso nos parece, desde un ciclo social y económico, otra manera de decir y nombrar, nuestras cosas y diario sentir.

Por otra parte, visibles o invisibles, en gran medida y en menos, están presentes las causas y problemáticas del mundo que nos toca, final de un período y comienzo de otro, de una filosofía de vida agotada y terminal. Tal vez el futuro de la literatura, y de otras muchas cosas, ya no será ir con las etiquetas del mundo antiguo, moderno o postmoderno, sino sobrepasar las teorías y ópticas sobre el último conocido, será la necesidad de lo diario con distinta función, desde el consumo, ecología, hábitat y condiciones de vida, ciudades y campo para vivir o visitable. Y este libro trata algo de eso, de decirnos, de explicarnos, de romper lo que tenemos como único y perfecto, para seguir tocando cosas que nos deberían de importar mucho más, y el lector roza casi otro horizonte. Es más lo que deja de decir, y es más lo que dice entre los espacios en blanco. Finalmente, por qué no, cuando las frases alcanzan ese hilo más directo de las cosas y su entendimiento medio. Tal vez sea un libro de nuestro propio futuro, aunque nos parezca --hoy mismo-- extraño y excesivamente abierto si lo miramos dentro de un vaso poético de donde llevamos siglos bebiendo la misma agua.

Sin desperdicio el Epílogo de Malia, sólo señalaré las partes o subtítulos: ¿Qué nos pasa, qué necesitamos?; Alejandro Céspedes salta al vacío , con citas de Bretón, Eluard y Aragón; Topología de una página en blanco , que da título al libro; Hacia atrás en la poesía y ¡Que aquí hay topología! , con una inesperada y significativa cita de Clara Janés. En cierta manera o mucha en un nexo y forma parte del libro.

"Queda un hilo..." en cualquier página de este libro o de otro, siempre un hilo, donde la poesía está instalada de nuevo, también en nuestros calles y gestos, y tampoco muchas veces la vemos, como parece que el poeta quiere escribir sobre las cosas de nuestro mundo, desde ese hilo de poesía que todo lo toca, si miras, si dejas en blanco tus espacios aprendidos y acostumbrados. "Todos los que ya no es buscan su sitio / ni siquiera con su propia piel los reconoce / ya no es más que un cuerpo que se hereda a sí mismo".

'Topología de una página en blanco'. Autor: Alejandro Céspedes. Edita: Amargord Ediciones. Madrid, 2012