ENTREVISTA | Leopoldo Izquierdo Director de la Fundación Cajasur y del Palacio de Viana

«Hay que volcarse en lo social hoy»

Director de la Fundación Cajasur y del Palacio de Viana, Leopoldo Izquierdo.

Director de la Fundación Cajasur y del Palacio de Viana, Leopoldo Izquierdo. / MANUEL MURILLO

Juan M. Niza

Juan M. Niza

No es una exageración decir que el Centro no sería el mismo sin la huella de Cajasur y su Fundación. Aunque solo sea por la cantidad de equipamiento en estos barrios.

Cajasur ha jugado un papel fundamental. Tiene una trayectoria en la ciudad muy dilatada, muy vinculada al territorio... Como tampoco puede entenderse Cajasur sin Córdoba. Es un tema recíproco de la historia reciente de la ciudad, con muchísimos puntos en común. Evidentemente, Cajasur ha apostado por Córdoba en todos los sentidos (en el ámbito cultural, el ámbito social...). Pero también la ciudad y la ciudadanía han apostado por Cajasur.

Hablando solo de equipamientos, recuerdo la recuperada iglesia de La Magdalena y, en frente, la sede de la UNED;, la propia configuración de Ronda de Los Tejares con el edificio de Rafael de la Hoz, el centro de Reyes Católicos... Bueno, y está este conjunto monumental del Palacio de Viana.

Efectivamente, el Centro de la ciudad tiene muchos equipamientos de la Fundación, de Cajasur. Solo el de la calle Reyes Católicos es ya un espacio significativo con dos salas multifuncionales que se utilizan tanto para actos y exposiciones como para reuniones del Córdoba Social Lab; la iglesia de La Magdalena es otro espacio que se presta a un uso polivalente... Y por supuesto, el Palacio de Viana del que... ¡Qué voy a decir yo! Para nosotros es algo emblemático. Tanto que hemos trasladado recientemente aquí la sede de la Fundación, a la antigua Casa de los guardeses, en un conjunto monumental con más de 6.500 metros cuadrados. Y es que queremos que Viana siga la trayectoria de los últimos años, ser un motor en la Axerquía Norte, un impulsor cultural, social... No me olvido de espacios como el del Gran Capitán, que para nosotros es fundamental, con esa muralla que expresa muy bien ese concepto de Rafael de la Hoz que integraba la arqueología en sus construcciones, y que puede disfrutarse desde el exterior, desde la calle. Y todo eso, entre Tejares y Gran Capitán, en el centro del Centro. La apuesta de Rafael de la Hoz con esta obra fue muy interesante, igual que ha sido la de Cajasur por aunar servicios en este edificio.

Hablemos de Cultura y el Centro. Todo ese equipamiento al que nos hemos referido y la actividad de la fundación se muestra de las formas más diversas en los barrios antiguos. Solo en las últimas semanas podemos hablar del Concurso de Belenes, con la mayoría de participantes en el Centro; actos en La Magdalena, la participación de Viana en Flora, la exposición de Alfonso del Moral, la jornada de puertas abiertas...

Así es. Sobre todo por Viana. Porque realmente no somos un museo en sí. Somos un monumento donde nuestro mayor tesoro está en el continente y contenido que se puso en venta en 1980: Una casa palacio con multitud de colecciones dentro. Guadamecíes, mobiliario, tapices, arcabuces, azulejos... Elementos que muestran cómo vivían a lo largo de los siglos los marqueses de Viana, una familia noble ligada a la nobleza española e incluso a la Casa Real, y cómo se configura su palacio en el entorno, rodeado de patios y con una vida que también gira en torno a patios. A ésto hay que unir la compra en 2000 del Archivo de Viana, que ayuda a documentar desde grandes eventos y la propia casa hasta el día a día: compras para la cocina, la más pequeña obra, gastos en pasamanería...

Perdone que le interrumpa. Pero entre miles de curiosidades de Viana... ¿No me diga que se sabe hasta qué comían a diario los marqueses y el servicio? Alucinante.

-Pues, sí. Sí, sí, sí. Tenemos facturas de compra y los menús que se configuraban a diario. Y por cierto, era una cocina muy de aprovechamiento, como se dice ahora, y de un cocido sacaban para un arroz, por ejemplo. Por supuesto que había platos sofisticados para grandes momentos, pero era una cocina muy básica en el día a día.

Ya le digo que alucino con las investigaciones. De hecho, los últimos siglos de la historia de Córdoba se reflejan perfectamente en un Palacio de Viana que crecía con la compra de casas vecinas.

Efectivamente, de un núcleo central se van comprando las casas colindantes. Pero se hace teniendo muy en cuenta los patios. Por ejemplo, cuando entra aquí Cajasur, en aquel momento por parte de la Caja Provincial, se siguió con este proceso al hacerse con el ahora Patio de las Columnas. Se necesitaba un salón de actos al aire libre con formato patio, algo que no deja de dar continuidad a esa línea constructiva. Solucionar necesidades del siglo XX usando un patio para ello, justo como en cada época pasada se hacía en Viana en cada ampliación.

Todo en Viana nos acaba llevando a sus patios, a ese Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Es que uno de los grandes tesoros de Viana son sus patios. Tenemos patios desde el siglo XV al siglo XX que ayudan a entender cómo era la vida en una casa noble. Es más, nosotros hemos abierto a los patios la planta baja, ese área institucional de Viana con el Salón del Mosaico, como entrada principal para grandes eventos; el Salón de Firmas, donde quedaba registrado el paso de personalidades, y el Salón de Tobías, comedor principal de la casa. Pero estas dependencias también tienen patios como espacios vinculados. Los patios eran parte de los salones, solo que al aire libre y en donde la naturaleza entraba a formar parte de la actividad. Yo me imagino los encuentros en las sobremesas... ¡la de secretos que se contarían en el patio! Era el mejor lugar para ello, segurísimo.

Cambiemos de tema. También la estructura social y económica del distrito Centro es muy peculiar. Hay algunas fortunas, una cada vez menor clase media mientras que se sufre el proceso de la gentrificación y, junto a todo ello, muchos pensionistas con pagas cortas, familias con problemas para llegar a fin de mes e incluso infraviviendas como aquellas que dieron origen a los Patios. También en el distrito Centro la Fundación Cajasur en el tema social, tiene mucho que decir, ¿no?

-Evidentemente. No solo somos conscientes del momento que nos ha tocado vivir, sino también de dónde venimos y hacia dónde tenemos que ir. Y venimos de una antigua obra en la que esa parte social siempre tuvo mucho peso. Por ejemplo, cuando nos encontramos con una situación tan complicada como fue la crisis sociosanitaria del covid-19 y todo lo que nos ha dejado. Tenemos una responsabilidad con las personas. Hay mucha gente que lo está pasando mal de verdad, y en ese sentido la Fundación ha hecho un esfuerzo muy especial.

-Tengo entendido que centra en ello el 70% de sus aportaciones.

-Exacto. Esa cantidad va a iniciativas sociales directas. Insisto, hay mucha gente que no tiene para cubrir gastos básicos.

Colaboran con medio centenar de colectivos, según he visto en la web.

Así es. Comenzando con ese Córdoba Social Lab en donde podemos tener a buena parte de esos colectivos en un mismo espacio estudiando, trabajando, asesorándose... Es una oportunidad también para detectar directa y rápidamente las necesidades. Por ejemplo, en el confinamiento y aún meses después, con mucha gestión telefónica y de videollamadas, lo que se nos pedía era comida. (Calla y queda pensativo).

«Cuando llegué a Viana me comenzó a interesar ese otro patrimonio: el botánico»

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Tan duro y sencillo como eso, ¿no?

Tan sencillo como eso: comida. Piénselo. Es terrible. Pero también nos pedían los colectivos mascarillas, pantallas, guantes... La urgencia inmediata era, primero, proteger a los voluntarios, y que éstos después pudieran distribuir la ayuda urgente.

Esa crisis sociosanitaria supongo que está marcando los proyectos a corto y medio plazo. Cuénteme los planes. Primero, en materia cultural.

La idea es seguir manteniendo las líneas sobre las que estamos trabajando y, sobre todo, afianzarlas. Tenemos una programación cultural propia con numerosos ciclos, tanto en La Magdalena como en Viana, colaborando con colectivos en temas tan diferentes como el flamenco, el teatro o el Festival de Piano y, por supuesto, con el Ayuntamiento: Cosmopoética, La Noche Blanca, Feria del Libro... No me quiero dejar nada atrás pero es imposible resumirlas a bote pronto. Por supuesto que estamos abiertos a crecer en nuevos ámbitos, pero si vemos que tiene sentido y recorrido. Estamos en un punto de inflexión. Hemos apostado por artistas locales y andaluces en un tiempo donde la Cultura lo está pasando también mal.

-Entonces, intuyo que lo social seguirá centrando el esfuerzo. ¿No?

-Lamentablemente vemos que hay que volcarse en la acción social. Yo suelo ser muy optimista. Pero también hay que ser realista, y esta situación va para largo, más de lo que desearía nadie. Vemos lo que nos piden los colectivos hoy en día y se están demandando aún cosas muy básicas. Sus informes son todavía muy duros. Mientras esto no se solucione, no podemos avanzar. Por supuesto que miramos siempre al futuro y apostamos por la innovación social, que es donde queremos estar, pero cuando lo que se pide es algo básico, tenemos que parar máquinas e ir a la urgencia.

«En la vida hay que ser muy prácticos y no buscar problemas donde no los hay»

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Saltemos al plano personal. No voy a preguntarle cuál es su patio preferido. Seguro que depende del estado de ánimo, de la luz, de la época del año, de las flores...

(Ríe) Sí, no sabría qué decir. El Patio de Recibo es soberbio y le tengo un cariño especial tras la obra que lo ha potenciado... Pero está ese remanso de paz y sosiego que es el Patio de la Capilla, que te hace respirar. O el Patio de los Gatos, que es pura magia. O el jardín. O...

Pero en una día lluvioso de enero como éste, ¿cuál sería ‘su’ patio?

¿Para mi estado de ánimo ahora mismo? (Queda pensativo y luego sonríe) Le diría que el Patio de las Rejas. Es un patio pensado en todos los sentidos: para ser visto desde fuera, lleno de naranjos, bergamota en espaldera para que huela a cítrico con las corrientes de aire y, ahora mismo, lo tienen precioso los jardineros. Están todos preciosos, pero esta mañana, me ha llamado la atención Rejas.

El director de la ‘Puerta de los Patios’, ¿tiene mano para las plantas?

(Ríe) Pues mire... ¡Más de la que yo creía! Yo soy de formación restaurador de obras de arte y desde que entré en Bellas Artes tenía clarísimo que mi mundo era el patrimonio... Pero cuando llegué a Viana me comenzó a interesar mucho ese otro patrimonio: el botánico, e incluso la creación con elementos botánicos y... ¡No se me da mal!

Y con las personas, los equipos, ¿se considera que también tiene ‘mano’?

Quiero pensar que sí. Lo intento. En el trabajo necesito estar en armonía, tener buen ambiente. Es algo que llevo al plano personal. En ese sentido, creo que sí tengo mano. Creo que en la vida hay que ser muy práctico y no buscar problemas donde no los hay. Y cultivar las cosas. Aunque sea una frase manida: «Hay que sembrar para recoger». Yo no creo en la suerte. Pienso que las cosas hay que trabajarlas, aunque haya tenido también la fortuna de dar con buena gente en el trabajo y en lo personal.