Protagonistas

Tres generaciones en lucha por la igualdad

Los roles de género y la discriminación son menos latentes gracias a mujeres que han allanado el terreno para hacer el camino más fácil

Francisca Ramírez, Fernanda Merino y Eugenia Amo.

Francisca Ramírez, Fernanda Merino y Eugenia Amo. / CÓRDOBA

Cristina Ramírez

Cristina Ramírez

Tres generaciones de mujeres se han visto lastradas por la desigualdad de género de una sociedad que sigue marcando sus roles, sus tiempos y que sigue liderada por hombres. Cada una de las generaciones, con su actitud, experiencia, madurez y ganas ha abierto el camino a la siguiente, quitando las piedras del sendero, para que el paso sea más fácil. 

Las tres celebran los logros conseguidos por muchas mujeres a base de esfuerzo y siguen reivindicando la necesidad de seguir peleando por llegar a una igualdad real. Las tres tienen diferencias, visiones y experiencias distintas pero tienen clara una cosa: el 8M, Día Internacional de la Mujer, sigue siendo necesario para reivindicar derechos. Tampoco les queda ninguna duda de que no son inferiores y, aunque a veces se lo hayan hecho ver, jamás se han sentido por debajo de ningún hombre. Por ello, se han dejado y se dejan la piel para demostrarlo con creces, aunque el esfuerzo para ellas, tengan que ser el doble en ocasiones.

No obstante, a todas ellas les han inculcado alguna vez valores de sumisión y cuidado que a lo largo de los años, teniendo como referentes a generaciones pasadas han ido evolucionando.

Frasquita, con 88 años, se desvivive por cuidar a «los suyos». Lo lleva innato. Fernanda, con 52 años, siempre tuvo claro que su actitud era la innovación y el seguir creciendo a pesar de que le inculcaron el aprender a coser, a bordar, a ser una buena esposa para que su marido estuviese contento. Un papel que ella misma rechazó, a pesar de que ha tenido que lidiar con ello durante toda su vida. Sigue al frente de su casa y a la vez no para de formarse y trabajar. Eugenia, con 26 años, dice de ese rol que «soy mucho más que eso y quiero seguir descubriendo quién soy. La persona con la que decida compartir mi vida tiene que tener claro el concepto de igualdad». Ellas son muestra de que la sociedad evoluciona aunque el camino aún sea largo. 

Francisca Ramírez | «Queremos ser mucho pero nos echan al lado»

Francisca Ramírez.

Francisca Ramírez. / CÓRDOBA

Frasquita, como todos la llaman en su pueblo, Montilla, tiene 88 años a sus espaldas en los que en ningún momento se ha sentido más débil que un hombre, aunque muchos lo creyeran así, según cuenta. Ha trabajado «sirviendo» en casas desde los seis a los 70 años, no tuvo otra opción, aunque le hubiese gustado ser costurera. 

A Frasquita nunca le importó trabajar, también lo hizo en un matadero y en el campo, demostrando que estaba a la altura y superaba a los hombres que la veían inferior en su desempeño. «Se creían que yo no era capaz pero cuando me vieron atar chorizo y morcilla...era superior», reconoce. Ha sacado adelante a sus seis hijos, de los que dice «jamás me han estorbado». Lo ha hecho junto a su marido, del que dice que no fue machista, pues «en mi casa la que mandaba era yo. Eso no era lo normal en las casas, pero en la mía yo me hice mi sitio». Sí reconoce que «era celoso» y que era ella la que siempre desempeñaba las tareas del hogar. «Él iba a trabajar pero yo las dos cosas». «Las cosas han cambiado mucho», celebra Frasquita, quien dice que «machismo ha habido siempre, pero antes la gente era más inocente y más ignorante, ahora hay más maldad».

Considera que el 8M es un día importante porque «las mujeres queremos ser mucho pero los hombres nos echan al lado, se creen ellos más importantes». Lo que sí reconoce es que ahora hay más libertad, «si tienes que decirle algo a un hombre, se lo dices», en su época no. 

Fernanda Merino | «Tiene que oírse tu voz para romper barreras»

Fernanda Merino.

Fernanda Merino. / CÓRDOBA

Fernanda Merino es técnico administrativo, madre y una mujer en constante evolución. A sus 52 años no ha parado de formarse hasta acabar un máster en Administración de Empresas Oleícolas -intercalado con su trabajo en el campo- para lograr abrirse hueco en un mundo de hombres, las cooperativas agroalimentarias, donde asegura, faltan referentes femeninos. Ella es de las pocas mujeres que forman parte de consejos rectores del sector, en su caso de la cooperativa de su pueblo, Nueva Carteya. 

Para ella el 8M es un día de celebración «pero no podemos bajar la guardia» para que la mujer «esté presente en puestos de responsabilidad». Añade que «tiene que oírse tu voz para romper barreras y techos de cristal». Recuerda que en tiempos de su madre o su abuela «las mujeres no tenían ni voz ni voto». Por eso, resalta «a mis hijas siempre le he inculcado que tienen que labrarse su propio futuro para no depender de nadie». Ella, en cambio, en su época siempre escuchó que «tenía que estar preparada para encontrar un buen marido y ser una buena persona para él».

La vía para alcanzar la igualdad y para el empoderamiento femenino es para ella la «inquietud» y la «formación». Fernanda considera que a muchas mujeres, sobre todo en los entornos rurales, «les cuesta salir de su zona de confort», lo que es un lastre para ellas. En este sentido, considera «fundamental» la unión de mujeres en asociaciones el sector «para tirar del resto». 

Eugenia Amo | «Mi círculo siente el calor de la igualdad como yo»

Eugenia Amo.

Eugenia Amo. / CÓRDOBA

Eugenia tiene 26 años es psicóloga, «crítica y luchadora» y así se considera. Es así, dice, gracias a mujeres luchadoras y anónimas como Marie Curie, Clara Campoamor, Rocio Jurado, Virginia Woolf o Simone de Beauvoir «que han permitido que otras mujeres tengamos referentes en las que mirarnos». Ellas «allanaron el camino» y son responsables de que hoy celebremos el 8M. 

Ahora, considera que «el único logro que tenemos que alcanzar es concienciar y educar desde una mirada feminista». Eugenia no se siente en desventaja o desigualdad en sus relaciones personales, pues «por suerte me rodeo de personas que sienten el calor de la igualdad de la misma forma que yo». Sí vive esa desigualdad en otros contextos como «ir caminando por la noche sola o con amigas y que haya hombres que piensen que tienen el derecho de seguirte o intimidarte» o «cuando salgo con mi pareja a cenar y la cuenta se la dan a él», entre otras situaciones cotidianas. Por ello, desecha «cualquier rol que me diga como tengo que ser por mero hecho de ser mujer»

Esa igualdad también está llegando a las relaciones de pareja. «Creo que hemos avanzado mucho en libertad e individualidad. Antes las mujeres tenían que estar toda la vida con un hombre al que no querían por la dependencia económica. Ahora podemos poner límites y conocer a nuevas personas desde la seguridad de que estamos con ellas porque queremos y no porque no nos queda otra», añade. 

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