En 1885 el puente de hierro de Palma del Río se presentaba como un hito para el presente y el futuro. Junto a la llegada del tren -la línea de ferrocarril Sevilla-Córdoba- en 1859, el paso sobre el río grande condujo a que la regente María Cristina de Habsburgo-Lorena concediese el título de ciudad a la entonces villa de Palma del Río en 1888. Entre los argumentos esgrimidos por la Casa Real para conceder dicho título se precisaba que «por el aumento de su población, desarrollo de su agricultura, industrial y comercio». Al igual que la llegada del tren, el puente de hierro abrió las puertas de Palma del Río y aún hoy sigue siendo un símbolo de la ciudad. Por ello se está poniendo todo el empeño en una restauración que se pretende que sea al menos para otro siglo más.

Acudiendo a fuentes documentales, el historiador palmeño Rafael Nieto Medina, en su trabajo Los puentes de Palma del Río, explica que, originariamente, el paso del Guadalquivir se realizaba por medio de barcas, y precisa que a mediados del siglo XIX existían dos: una perteneciente al duque de Híjar (conde de Palma) y la otra a un particular, quienes cobraban un arancel por el paso del río, siendo este superior para los foráneos que para los palmeños. Sigue el historiador Nieto Medina aportando que a mediados del siglo XIX, como consecuencia de la construcción de la línea férrea, Palma contaría con su primer puente sobre el Guadalquivir. Se trataba de un puente de madera, y una gran crecida en 1867 arrasó el puente en su totalidad. A este primer puente de madera le seguiría otro de hierro. Rafael Nieto dice que en la primavera de 1884 comenzaron los trabajos, llevados a cabo por la Sociedad Cail de País, y añade que «parece ser que el proyecto original fue obra de Jaime Font». En 1885 quedó terminado, y así consta en una placa que se conserva en el puente, que fue abierto al tráfico en agosto de 1887.

Montaje de la estructura del histórico puente.

Otro historiador local, Emilio Navarro, en una de sus investigaciones, halló en el servicio Gallica de la biblioteca nacional de Francia un interesante artículo, publicado en la revista El genio Civil el 23 de enero de 1886, sobre la construcción del puente de Palma del Río. Navarro cuenta en su blog E.ntre D.os R.íos (dos-rios.blogspot.com) que el artículo del ingeniero J. de Palacio habla sobre la utilización de explosivos para cimentar los pilares tubulares que hoy día se pueden contemplar en esta pionera obra civil de finales del siglo XIX. Sería un verdadero acontecimiento la construcción del histórico puente sobre el Guadalquivir en Palma.

La función para el desarrollo social y económico de Palma del Río ha sido objetivo de este puente de hierro, objetivo cumplido que merece un reconocimiento, tal y como se hizo en la inauguración del nuevo puente el 13 de enero del 2008, cuando se subrayó que es seña de identidad de Palma del Río. Ahora, con un ritmo acompasado a los vecinos, sigue llevando a la población al tren, a pasear, a una urbanización y al santuario de la patrona, la Virgen de Belén.

El histórico puente de hierro sobre el río Guadalquivir marcó un antes y un después, y en ese después se superó la barrera de los 20.000 habitantes, las necesidades fueron mayores al aumentar el volumen y el tráfico pesado, una vida útil que ahora merece una revisión a fondo de 1,3 millones de euros para seguir dejando escritas páginas en la historia de Palma del Río.

En el libro editado por Coleopar Ceparia titulado Trozito de Vega. Hitorias del Territorio palmeño y sus moradores, con trabajos de María Isabel Gutiérrez Deza, Emilio Navarro Martínez, Rosa María García Naranjo, Antonio León Lillo y José Fernández Ruiz, se hace una parada a la llegada del tren y del puente, incluyendo ilustraciones de Irene García Ruibérriz de Torres, en el caso del tren, y de Manuel Jacob Quero en el caso del puente de hierro. La Junta de Andalucía, con motivo de la inauguración del nuevo puente, editó una publicación sobre el histórico puente de hierro contando la existencia anterior del paso de barcos, que el puente de madera fue inaugurado por Isabel II en 1862 y que el de hierro tuvo una amplia resonancia en la prensa de la época, dicen, «no solo por su espectacularidad, sino porque se abría un paso en el Bajo Guadalquivir, que hasta entonces solo disponía de puentes en Córdoba y Sevilla».