José Angel Chacón descarta completamente el móvil del robo en el asesinato de su abuelo, pues la caja fuerte no estaba forzada, si bien la celosía que la cubría sí estaba abierta y una silla que se colocaba junto a ella se había desplazado. Además, como siempre, la persiana de la ventana estaba alzada y la radio puesta. Afirma que su abuelo tuvo que sufrir varios golpes fuertes antes de morir, prueba de lo cual es que la mandíbula la tenía destrozada y que en la cama había dos charcos de sangre. Uno de estos charcos estaba en el margen izquierdo superior y otro en el centro de la misma, donde estaba la cabeza, dado que las piernas sobresalían del lecho.