Las postrimerías del otoño han marcado desde antaño uno de los rituales más singulares de la mayoría de los núcleos rurales de nuestro país. El sacrificio del cerdo suponía un acopio de provisiones para el crudo invierno, un ritual que se erigió en un verdadero acontecimiento dentro de la vida familiar y que en nuestros días pervive en pequeñas localidades del interior, aldeas, diseminados y cortijos.

Son muchos, por tanto, los que desconocen esta particular tradición que en determinadas zonas se ha convertido, incluso, en un complemento al turismo. Dentro de esta línea se puede enmarcar la iniciativa puesta en marcha en Carcabuey y que este año ha alcanzado su tercera edición, convirtiendo el centro de la localidad en el improvisado escenario para la celebración de una matanza tradicional.

Aceptación

Organizada por la asociación Carcabuey Turismo Rural, en colaboración con la delegación municipal de Turismo, nuevamente se ha registrado una masiva afluencia de visitantes que, desde primeras horas de la mañana, han podido seguir de cerca todo el proceso, que se iniciaba con el despiece del cerdo previamente sacrificado, al que siguió el picado de la carne para la realización de los embutidos. Para facilitar la visibilidad, estas tareas se realizaron en diversas mesas dispuestas en la calle Castillo. Y, como en toda matanza de Carcabuey que se precie, no podía faltar la chanfaina , guiso popular que, según los entendidos, es único en nuestra región. Realizada con una parte de la sangre del cerdo sacrificado, pan y una porción de los aliños típicos en la realización de los embutidos, la chanfaina mantiene una relación muy estrecha con el ritual que envuelve al sacrificio del cerdo, ya que antaño esta especie de mojete se realizaba y consumía únicamente durante la matanza.

Concursos

Mientras los suculentos olores hacían mella en unos estómagos ya deseosos de iniciar la degustación, daba comienzo el concurso de aceitunas machacás , al tiempo que el numeroso público que se daba cita en la popularmente conocida plaza Corta adquiría en los distintos stands productos de la comarca, entre los que no podía faltar su premiado aceite de oliva virgen extra o su rica repostería, oferta que se completaba entrada la tarde con sendos concurso de gachas y resol.

Con la degustación de este licor típicamente navideño se ponía fin a una intensa jornada en la que los numerosos visitantes que se acercaron a Carcabuey tuvieron la ocasión de presenciar de cerca a la mayoría de los procesos de esta tradición, hoy en peligroso proceso de desaparición.