Las cruces de mayo surgieron a principios del siglo XX en los patios y eran los propios vecinos de estas viviendas los que montaban estructuras de pequeño tamaño que adornaban con las propias flores que ellos cuidaban durante todo el año. Ninguna hermandad de Córdoba se sumaba entonces a esta fiesta que está a medio camino entre lo pagano -el arranque de la primavera- y lo religioso -por la simbología de la cruz cristiana- y no lo hizo durante décadas. No fue hasta 1974, casi 20 años después de que el Ayuntamiento cogiera las riendas de esta tradición, cuando una cofradía cordobesa, la de Nuestro Padre Jesús Nazareno, decidió montar la primera.

Manuel Valverde, hijo de Andrés Valverde -promotor de la citada primera cruz de mayo que montó la Hermandad del Nazareno-, recuerda cómo fue aquella primera experiencia y trata de explicar por qué las cofradías cordobesas fueron sumándose de manera progresiva al concurso popular. El Nazareno eligió, como no podía ser de otra manera, la plaza del Padre Cristóbal para montar la cruz de mayo. Además, en esta primera edición en la que participó resultó premiado.

Primer premio del Nazareno

En el cuadro de honor de 1974 a la Hermandad del Nazareno le acompañaron en el cajón de los premiados las cruces de la calle Cairuan (Peña Los Almanzores); el Pasaje Moreno Vega (Peña Artesana Cordobesa); la calle Ángel de Saavedra (Peña Los Pilares Cordobeses); la calle Rosario (Peña los Amigos de la Unión); la plaza Cristo del Amor; y la entrada de la Parroquia de la Sagrada Familia.

Andrés Valverde, explica su hijo, tenía la experiencia de diseñar otras cruces en la calle de los Tafures junto a su hermano Rafael. «Ellos lo llevaban haciendo en otro y dado que formaban parte de la hermandad pues lo plantearon a la junta de gobierno, que decidió dar el visto bueno y convertirse así en la primera de Córdoba en tener una cruz de mayo propia», repasa Manuel Valverde.

Las hermandades y las cruces de mayo

Pero, ¿por qué el vínculo entre las hermandades y las cruces de mayo? Aparte de que buena parte de su sentido es religioso, las cofradías, en este caso la del Nazareno, veían en las cruces «un ingreso» para sufragar los gastos y hacer frente a la obra social de las corporaciones. Así lo explica Manuel Valverde, que señala que «era un ingreso muy importante para la hermandad».

Valverde recuerda que una de las señas de identidad de las cruces que diseñaba su padre consistía en colocar flores de distinto color en las cantoneras. También, para subrayar la importancia de la cruz pionera del ámbito cofrade, menciona la «importancia y fama que tenía la cocina, los platos que se servían» en la barra de la cruz del Nazareno.

Tras el Nazareno se fueron incorporando otras hermandades al Concurso Popular de Cruces de Mayo. Una de las siguientes en seguir este ejemplo fue la Sangre, que se ubicó en la plaza del Cardenal Toledo y obtuvo premios en algunas de sus primeras participaciones (1977, 1978 1980). En 1978 además también resultó galardonada la cruz de la Hermandad del Buen Suceso, instalada en la Fuenseca.

No fue hasta 1986 cuando hubo un gran número de cofradías participantes. Entre ellas, aparte de la del Nazareno, las de la Sentencia, la Sangre, el Caído, la Buena Muerte, el Descendimiento y el Rescatado.

El fuerte vínculo que existe actualmente entre las hermandades y la fiesta de las Cruces de Mayo es el que hace que en esta edición cerca del 60% de la participación corresponda a las cofradías. En números redondos, 26 de las 46 cruces que entran en escena en esta edición son de cofradías. El resto de otro tipo de colectivos, como peñas y asociaciones de vecinos.