Reportaje

Un cordobés en el punto caliente de la frontera entre Estados Unidos y México: “Las políticas de EEUU permiten la muerte y matan”

Jesús de la Torre (Córdoba) trabaja como investigador en el Hope Border Institude en El Paso, principal paso fronterizo entre México y Estados Unidos. Desde allí relata el drama de la migración y la «difícil situación que viven muchas personas que únicamente buscan una mejor vida»

Jesús de la Torre, en el albergue temporal para migrantes de El Paso.

Jesús de la Torre, en el albergue temporal para migrantes de El Paso. / CÓRDOBA

Adrián Ramírez

Adrián Ramírez

Las políticas de Estados Unidos permiten la muerte y matan”. Así de claro habla Jesús de la Torre (Córdoba, 1998). Este joven trabaja desde el año pasado como investigador en el Hope Border Institude en El Paso, en la frontera entre Estados Unidos y México. Criado en una familia de clase media de la capital estudió Relaciones Internacionales. Pero lo que le cambió la vida fue cuando comenzó a colaborar con la Asociación Pro-Inmigrantes de Córdoba (APIC). “Daba clases de español, pero era mi excusa para tratar con muchachos de Marruecos, Ucrania, Rusia…”, cuenta. Allí se concienció de la ventaja que es para un español emigrar y tomar asilo y “lo injusto que es el sistema para los que no son blancos, ni europeos”. Fue entonces cuando tomó una decisión: quería trabajar para convertir su privilegio en un derecho universal

Este objetivo le llevó primero a Brasil, epicentro de la inmigración en Latinoamérica, después a una ciudad surgida de la multiculturalidad como San Francisco y, por último, a una de las fronteras más tensionadas del mundo, donde no solo es investigador, también actúa como vaso comunicante entre las demandas de los migrantes, con quienes trata en su día a día, y la clase política. Desde el lado privilegiado del muro, que no valla, De la Torre nos atiende. Lo hace con profusión, domina el tema y, sobre todo, denota sus ganas de dar voz a quienes son pisoteados por el sistema migratorio. Habla de la situación en la frontera entre México y Estados Unidos donde, “ya no hay caravanas, pero la realidad sigue siendo muy delicada”. Recalca que mirar la migración desde un Excel “nos hace perder completamente lo que es la realidad de este tema”. Parte de su trabajo es tratar codo con codo con quienes están a un lado y a otro del muro. “Nos hemos encontrado con casos de gente que ha sido secuestrada dos veces”, comenta. Además, mientras se tramitan unos permisos de asilo que no llegan, “las personas son tratadas como mercancía para sacar mucho más dinero”. Y es que, la espera en la frontera es “demoledora” y empuja al abismo a quienes “solo buscan trabajar y que no les regalen nada”, asegura. 

Hay controles militarizados por todo México, es una frontera vertical

De la Torre habla de cuerpos quemados, miembros mutilados, madres que han perdido a sus hijos, hijos que han perdido a sus madres… y donde el dolor físico es sólo una pata más. “Muchos han sufrido traumas, han visto cosas que jamás pensaban. La selva del Darién (Panamá) es brutal, pero también México es muy duro para las personas en migración”, narra mientras se le quiebra levemente la voz. Sin embargo, solo tiene palabras para poner en valor el estoicismo de los más débiles y pisoteados, “Les pregunto sobre a qué aspiran y me dicen que a trabajar y tener seguridad para su familia”, apunta.

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PI ESTUDIO

Para él, el elefante en la habitación es que “el sistema migratorio está roto”. Este joven no alza el tono en ningún momento de la conversación, pese a que se denota que el tema le afecta y quema emocionalmente. Su vocación y deseo de ayudar es más que palpable desde el otro lado del Atlántico, “EEUU lleva sin actuar en este asunto desde 1996, las pocas reformas que ha hecho han sido para hacer la vida un poco más complicada a los migrantes”, recuerda. No le convence mucho la política de Biden en esta materia, que define como “de palos y zanahorias”. “Desde 2023, para pedir asilo debes hacerlo desde una aplicación, conseguir cita y presentarte en la frontera, ahí los oficiales deciden si puedes entrar o no”, señala. El problema es que, según explica, “hay retrasos de hasta siete meses”. Todo con un mensaje de fondo claro: “no vengas a la frontera porque si lo haces, que sepas que lo vas a tener muy difícil”. Esta parálisis conducen a que muchas personas sean víctimas de las mafias.

Para la migración hemos intentado más represión y más muerte y no ha funcionado

Sobre este asunto apunta directamente a los estados, “son los que les hacen el negocio, si realmente la gente tuviera una forma de llegar legal con su visa por avión, como muchos quieren, ahí se acabaría el negocio”, incide.

Jesús de la Torre, en el Hope Border Institude.

Jesús de la Torre, en el Hope Border Institude. / CÓRDOBA

Para este problema que se lleva “miles de vidas” México también juega un papel clave. Lo define como un “colaborador sin el que no se entiende la actuación de Estados Unidos”, aunque tras una leve pausa, la primera en toda la charla, matiza. “Digo colaborador por no decir extorsionado”. Este cordobés sitúa el foco sobre algo que pasa desapercibido como es “la contención de la migración con controles militarizados por todo el país, es una frontera vertical, no está sólo en El Paso”.

Pero De la Torre remarca que cuando hablamos de diferencias en materia migratoria "la única es que EEUU va un par de pasos por delante de España y la UE, pero todos vamos en la misma senda".

Aunque De la Torre también quiere hablar de soluciones y de un futuro donde el más débil no siga siendo aplastado. Para ello, tiene claro lo que haría y, por momentos, vuelve a mostrarse esperanzado. Apunta que ”hay que aumentar las vías legales de llegada. La gente va a seguir llegando igualmente, muchos están muriendo y es realmente porque no hay vías efectivas de llegada”. Porque De la Torre asegura que “estamos creando una crisis porque nos interesa, el colapso de los sistemas de asilo es una crisis manufacturada”. Es partidario de “garantizar un proceso humano, con asesoramiento legal, donde se puedan procesar aquellos traumas que tengan tras el viaje y, después, presentar sus solicitudes de asilo”. E insiste, “démosle a esta gente la oportunidad de invertir, de crear sus propios negocios, trabajemos en la acogida, esto no es un juego de suma cero”.

Termina resumiendo sus planteamientos en una frase que invita a la reflexión. “Alguien diría que soy muy idealista, pero creo que es lo único que no hemos probado todavía. Hemos intentado más represión, más militarización, más muerte, más restricción al asilo… Y no ha funcionado, sin embargo, no hemos intentado todavía ninguna de estas cosas”.

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