Tribunales

El vecino de Palma del Río tiroteado por un sicario, a su tía: "He dado el palo de mi vida"

Comienza el juicio por el asesinato del 3 de julio de 2019, en el que murió a tiros un palmeño en la carretera que une la localidad con El Calonge

El acusado, un portugués, reconoce que pasó por la provincia de Córdoba cuando daba un porte de tabaco esa madrugada

Juicio por el asesinato de un vecino de Palma del Río.

Juicio por el asesinato de un vecino de Palma del Río. / Córdoba

Manuel Á. Larrea

Manuel Á. Larrea

"He dado el palo de mi vida". Esas fueras algunas de las últimas palabras que la tía del vecino de Palma del Río asesinado presuntamente por un sicario portugués recuerda de su sobrino en los días previos al tiroteo en una carretera secundaria que une la localidad con la pedanía de El Calonge en la madrugada del 3 de julio de 2019.

Ese día, la tía fue una de las últimas personas que lo vieron con vida. Fue a pedirle dinero. Confiesa que su sobrino se drogaba y, a lo largo de la jornada, según uno de los testigos principales del caso, había acudido tres o cuatro veces al barrio del Quinto Centenario en busca de droga. Cuando conducía de vuelta a casa, acompañado de ese mismo testigo -vecino y amigo-, un coche les cerró el paso en mitad de una recta sin iluminación y, del mismo, bajó un hombre que ejecutó cinco disparos, según se desprende de los hechos calificados por la Fiscalía. Perdió la vida cuando llegó al centro de salud.

El presunto sicario

El juicio, que sienta en el banquillo a un portugués, residente en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), ha dado comienzo este lunes con la declaración del presunto asesino, para quien el Ministerio Público solicita 27 años de prisión por delitos de asesinato, con alevosía, y de tenencia ilícita de armas. La defensa del acusado sostiene que su defendido "se ha visto envuelto en esta situación por una serie de casualidades que le han vinculado circunstancialmente".

Tanto la fiscal como los letrados de las dos acusaciones particulares personadas entienden que este individuo cometió el crimen por encargo, "a cambio de un precio o recompensa". Así figura en el escrito de acusación. Pago del que, sin embargo, como ha aspotillado el abogado defensor, no hay rastro: "No hay ni un solo indicio que vincule a A.S.R. con esa persona, ni de la suma que se dice que recibe". Tampoco apareció el arma.

La supuesta coartada: Un porte de tabaco

Una de esas casualidades, ha reconocido, es que, durante esa madrugada, fue captado circulando por la provincia de Córdoba en un coche que tenía a nombre de su hija, pese a ser, por entonces, menor de edad y que ha sido vinculado directamente con el crimen por las acusaciones. Como ha explicado el acusado (A.S.R.), esa madrugada, pasadas las 1.00 horas, salió de Sanlúcar: "Más tarde no podía porque se ponían los guardias". Con el coche supuestamente cargado de tabaco, asegura que viajó hasta Puerto Lápice (Ciudad Real), pasando por Sevilla y Córdoba, para entregar 10 cajas en una venta.

Después de ese porte, afirma que se reunió con su pareja en Plasencia (Cáceres). Esa es la coartada que sostiene el acusado, quien ha insistido en que no conoce de nada a la víctima. Y en que solo estuvo una vez en Palma del Río. Días antes de los hechos. Concretamente, el investigado ha confesado haberse acercado a la localidad cordobesa en la noche del 1 de julio, cuando supuestamente volvía de dar otro porte a Puerto Lápice.

La huella en el capó

De Ciudad Real a Cádiz, el portugués explica que paró en un club de alterne de La Carlota, tomó una copa, habló con una chica y salió. Fuera del lugar, según sus explicaciones, olió un rastro de marihuana que le llevó a un grupo de jóvenes: "Yo fumo desde mis 15 años [...], sé si está buena o mala antes de probarla". Tras darle unas "caladitas", ha proseguido: "De tan buena que era me entró el gusanito de comprar". Siguiendo, al parecer, las indicaciones de los chavales, llegó a Palma del Río, a un barrio donde presuntamente se le acercaron "tres chavales de 12 años" que le preguntaron "qué quería". Fueron, apenas, 20 o 25 minutos, según su declaración.

Preguntado por una huella localizada -y cotejada- en el capó del vehículo donde viajaba la víctima, una de las principales pruebas en contra de él, ha contestado: "Al pasar por la acera pude tocar un coche". Se ha excusado en su cojera, un problema que, al parecer, padece desde que, con 16 años, sufriera un accidente de moto.

Precisamente por esa cojera ha sido preguntado, también, el acompañante de la víctima. No se percató. Solo vio al acusado, según ha declarado, abrir la puerta del conductor, mirar atrás, empezar a reírse, asentir y salir con el arma. "Salió con la pistola en la mano, lo vi cuando estaba en lo alto nuestra". Tras los dos primeros disparos, el testigo asegura que salió, intercambió una mirada con el asesino y huyó a refugiarse tras unos naranjos que rodeaban la carretera. Luego, oyó un par más. Cuando salió, el coche se estaba marchando y condujo el turismo de su amigo, que se había colocado en el asiento del copiloto, hasta el centro de salud.

Encallados en las ruedas de reconocimiento

Durante la primera sesión del juicio, las partes han encallado en las ruedas de reconocimento de las que acabó saliendo como acusado el portugués. El acompañante de la víctima reconoció en una primera composición fotográfica al susodicho, pero, más tarde, compareció ante el juzgado de Instrucción número 2 de Posadas, no logró revalidar ese reconocimiento. Cierto es que esa prueba se practicó telemáticamente. Este lunes, se ha mostrado tajante: "No se me va a olvidar en la vida".

El testigo ha tenido que ser llamado al orden pues, cuestionado por el abogado de la defensa, ha elevado la voz para reiterar que, aquella noche, vio al hombre que, en el día de hoy, permanecía allí sentado como acusado y, tras reconocer, a preguntas del letrado, que ese día habían consumido heroina en varias ocasiones. "No tuve alucinaciones", ha exclamado.

"Hay un 'secreta' detrás"

La defensa, por su parte, ha expuesto que, durante una conversación pinchada por agentes de la Policía Judicial de la Guardia Civil, el amigo del fallecido habló de dos hombres. Uno de ellos, se habría quedado en el coche. El otro no coincidía con la declaración del acusado. Ante ello, tras negarlo, se ha excusado: "Me habían comentado a mí que era el gordo de Torreblanca (Sevilla)".

El barrio sevillano ha salido a la palestra en más de una ocasión, así como el nombre de algún integrante de uno de los principales clanes de la droga de Sevilla por la posible vinculación del caso con un robo de estupefacientes. Tanto la Fiscalía como la acusación han dejado caer esa posible causa. Sin embargo, el testigo ha negado, preguntado por el jurado popular, que traficaran. "Desde el primer momento los testigos señalan a una persona de Sevilla", señala el abogado defensor, quien lamenta que "nada de eso aparece en los escritos de acusación que se han leído".

Ha sido la tía del fallecido quien, en el último turno de declaraciones, ha recordado las palabras de su sobrino: "Estuvo tres semanas diciendo: 'Hay un secreta detrás mía'. Lo estuvo diciendo tres semanas. Creía que era un secreta". Días antes, también pronunció las palabras que abren este texto.