Sequía

Los embalses de Córdoba necesitan un año de lluvias intensas para llenarse

Bastaría también con un año y medio de precipitaciones en la media habitual de 600 litros, pero el año hidrológico que comenzó en otoño no está alcanzando los niveles normales

Pantano Embalse de La Breña con la subida del agua despues de las lluvias.

Pantano Embalse de La Breña con la subida del agua despues de las lluvias. / Manuel Murillo

Rafael Verdú

Rafael Verdú

Las lluvias de las últimas semanas hacen que los cordobeses miremos al cielo con la esperanza de encontrar una respuesta positiva a la pregunta: ¿se ha acabado ya la sequía? Es un pensamiento lógico, más cuando en las zonas del norte llevan un año sin poder beber agua del grifo aunque el pantano del que se abastecen, Sierra Boyera, ya ha empezado a recoger agua de nuevo tras haberse secado por completo el verano pasado. 

Los tiempos de la sequía

Las sequías no desaparecen por arte de magia ni de un día para otro, del mismo modo que tampoco surgen por un mes malo en las precipitaciones, y ni tan siquiera por un año completo de pocas lluvias. Hace falta más tiempo. Por eso la respuesta a la pregunta planteada más arriba debe ser un sincero «no». Aunque hay un margen para albergar cierto optimismo

Julio Berbel, catedrático de Economía Agraria de la UCO y miembro de la Comisión de Sequía de la Junta, apunta que la cuenca del Guadalquivir tiene «una gran capacidad de almacenamiento», por lo que se requieren de muchas lluvias para llenar los pantanos. En concreto, sería necesario o bien un año y medio de lluvias normales o bien un ejercicio de precipitaciones intensas. Una vez llenos, hay agua para varios años. Como ejemplo, Iznájar no ha llegado a secarse en cinco años de escasez de agua. 

El pantano de Iznájar en abril de 2021, antes de que se notara la sequía meteorológica que comenzó en 2019.

El pantano de Iznájar en abril de 2021, antes de que se notara la sequía meteorológica que comenzó en 2019. / Córdoba

El problema es que no parece que 2024 vaya a revertir la tendencia. El año hidrológico (que comienza en otoño) no está siendo malo, pero tampoco bueno. La media está en unos 600 litros por metro cuadrado anuales, de los que casi la mitad se recogen entre octubre y diciembre, con este último mes invernal como el más lluvioso de todo el año, por encima de los 110 litros. 

Un buen invierno

En este 2023-2024 el invierno está siendo bueno y la estación Córdoba Aeropuerto ya lleva acumulados 200 litros, en la media de los últimos 30 años. Por desgracia, el otoño no se dio tan bien y se alcanzaron los 170 litros, cuando se debieron superar los 200 para llegar a la media. Si se compara con lo ocurrido en la última gran sequía, las diferencias son notables. Entre 1993 y 1995 llovió tan poco en Córdoba que algunos pantanos se secaron y hubo que aplicar cortes de agua incluso en las grandes ciudades andaluzas; Córdoba se libró por poco de los ajustes. 

El gran cambio se produjo en los dos años siguientes, con lluvias que superaron en un 50 por ciento la media anual. En 1996, Córdoba Aeropuerto recogió 951 litros, y al año siguiente otros 888. Ahí terminó la sequía, pero es altamente improbable que las lluvias de la primavera corrijan el balance de 2024 hasta ese punto. 

La sequía hidrológica

Hasta aquí llega el análisis de lo que se conoce como «sequía meteorológica», la que tiene que ver con el tiempo que hace. En resumen, la escasez de lluvias. Pero hay otro término que emplean los científicos y que es igual -quizás más- de importante: la sequía hidrológica, que se refiere al nivel de los pantanos. Las dos están relacionadas, pero no siempre tiene que ir de la mano. De hecho, los problemas se dan justo cuando ambas suceden a la vez. Y así llevamos ya en Córdoba desde hace dos años al menos. «Cuando se prolonga la sequía meteorológica más de dos años, se llega a la hidrológica", afirma Berbel.

«Cuando se prolonga la sequía meteorológica más de dos años, se llega a la hidrológica"

Julio Berbel

— Catedrático de la UCO y miembro de la Comisión de la Sequía

Por su parte, Rafael Pimentel, investigador del grupo de Dinámica Fluvial e Hidrología de la UCO, advierte de que «el problema lo tenemos cuando la sequía meteorológica coincide con una situación mala en los embalses. No llueve y el agua almacenada es menor». La falta de lluvias «no se puede corregir», pero sí se puede actuar sobre los embalses reduciendo el consumo. Los regantes son siempre los primeros en notarlo, y para cuando las restricciones llegan a las ciudades es porque la situación es realmente mala.

Pimentel apunta que «cuando llueva más, está claro que se van a recargar los pantanos y tendrán más agua. Pero tenemos que ser conscientes de que no se vacían por falta de precipitaciones, los vaciamos nosotros, los consumidores. Tendremos que tomar medidas de emergencia y planificar a largo plazo». 

Las piscinas comunitarias, a la espera de la evolución de la sequía

Los propietarios de las comunidades con piscina en el interior de los bloques, que son casi todos los de nueva construcción, están a la espera de la decisión de la Junta acerca de la posibilidad de llenar sus vasos o no el próximo verano. Por el momento no se ha comunicado nada al respecto. En teoría no debería haber problemas. Ahora bien, hay que tener en cuenta que la situación podría cambiar. Como explica Mercedes Romero, presidenta del Colegio de Administradores de Fincas, el decreto que regula las medidas contra la sequía establece medidas excepcionales, que deben aprobarse en una comisión más adelante si la situación empeora. Las restricciones limitarían el llenado de piscinas a la mitad solo si existe un circuito de reaprovechamiento. El llenado completo sólo sería posible en una piscina que se usa por primera vez o reformada completamente. Pero «ahora mismo no está declarada esa situación», indica Romero. 

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