Día de Andalucía

Córdoba y el objetivo de ser una ciudad para vivir

El mundo se está configurando a través de áreas metropolitanas, algo que también ocurre en Andalucía

La ciudad sigue siendo la bisagra geográfica entre la Andalucía marítima y la de interior

Personas pasean por la calle Gondomar, en el centro de Córdoba.

Personas pasean por la calle Gondomar, en el centro de Córdoba. / A. J. González

Gabriel M. Pérez Alcalá

Gabriel M. Pérez Alcalá

Uno de los signos de nuestro tiempo es, además del crecimiento demográfico mundial, el acelerado proceso de urbanización. En el año 2000 vivíamos más de 2.820 millones en ciudades (núcleos poblacionales de más de 100.000 habitantes). En 2020, éramos ya 4.250 (un 50% más en sólo 20 años). Para el 2050, en poco más de 25 años a partir de hoy, llegaremos a los 6.600, más del 68% de la población mundial. La concentración en núcleos urbanos cada vez mayores, hasta llegar a megaurbes de más de 25 millones de personas (la mitad de la población de España hoy), es una tendencia que configurará el mundo del futuro.

Esta tendencia implica que la dinámica territorial haya que plantearla, más que como competencia entre países o regiones, como una competencia entre áreas urbanas. Dicho de otra forma, son las ciudades las que compiten entre sí por la atracción de recursos humanos e inversión productiva como una forma de tener más población, más renta, más poder. Vivimos aún organizados en Estados, pero son las ciudades la fuerza competitiva territorial de estos Estados. Tanto que serán las megaurbes las que determinarán la política de las regiones y los Estados que las rodean.

Son las ciudades las que compiten entre sí por la atracción de recursos humanos e inversión productiva

Sin entrar en las causas de esta tendencia, el hecho es que la competencia entre los países a través de las ciudades obliga a éstas, y a sus responsables políticos, a tener capacidad de adaptación a los cambios tecnológicos, sociales, económicos y políticos. Porque un país o una región serán tanto más competitivos a nivel global cuanto más competitivas sean sus ciudades. Una de las mayores gestoras de fondos inmobiliarios del mundo, Jones Lang LaSalle (JLL), publica, desde hace años, el índice City Momentum Index, que mide el grado de dinamismo (capacidad de atracción) de una ciudad. Y es en las ciudades más dinámicas, las más competitivas donde se están produciendo los cambios que transforman el mundo.

Este fenómeno de concentración en zonas dinámicas también lo llevamos viviendo en España desde hace más de medio siglo. Madrid es la gran aglomeración del centro de la Península y la ciudad que condiciona toda la vida económica de las dos Castillas, Aragón y el Norte. Y, de la misma forma, el eje Sevilla-Bahía de Cádiz es la protagonista de Andalucía Occidental (hasta el Algarve portugués) y Málaga lo es de Andalucía Oriental (desde Algeciras hasta Almería).

En esta tendencia, ¿dónde está Córdoba?

Y el hecho es que Córdoba está en un momento crítico que condicionará su futuro como territorio porque, tras el máximo poblacional de 2010-2011 (unos 800.000 habitantes), se inició un declive que la hizo retroceder. Si en la primera década del siglo, Córdoba y su área metropolitana crecían un 6,6% (en más de 27.000 personas) y 42 de sus 77 municipios crecían, en la década pasada, el área metropolitana disminuyó un 5% (unas 14.000 personas) y 70 de los municipios cordobeses vieron caer su población. No ha sido hasta después de la pandemia que se ha vuelto a crecer: en el último año, Córdoba capital creció un 1,33%, así como otros nueve municipios de la provincia. Lo que nos dice que la batalla contra el invierno demográfico no está perdida.

Córdoba a vista de avión.

Córdoba a vista de avión. / CÓRDOBA

Pero para ganarla, Córdoba ha de movilizarse. Lo primero es soñarse, porque igual que el ser humano es una mezcla de realidad y sueño (la imagen idealizada de sí mismo), una ciudad es una mezcla de realidad y de ideal colectivo (proyecto). Y lo segundo es actuar, consciente, constante y disciplinadamente.

Córdoba ha de soñarse en la realidad demográfica andaluza. Si se observa un mapa de Andalucía y la dinámica poblacional de los últimos 20 años, se nota el proceso de aglomeración alrededor del eje del Bajo Guadalquivir (área metropolitana de Sevilla más el área de la Bahía de Cádiz, con una rama hacia Huelva) y el de la Costa del Sol (Bahía de Algeciras hasta Málaga, prolongado hasta Almería). Córdoba capital queda casi equidistante de los núcleos de ambas áreas. Es decir, que puede soñarse como el vértice del triángulo metropolitano con las dos grandes aglomeraciones en las que está precipitando Andalucía. Máxime porque, desde hace 30 años, es un nudo de comunicaciones de ambas con Madrid y el centro de España.

Explotar esta realidad de vértice es clave, en mi opinión, para el futuro de Córdoba, pero es, a su vez, crítico para la vertebración de Andalucía. Córdoba es, junto con la comarca de Antequera, la bisagra geográfica entre las dos Andalucías (Guadalquivir y Mediterráneo), como lo es entre la Andalucía marítima y la interior. Es decir, Córdoba es, como lo ha sido siempre, la clave de bóveda del sur de España.

Córdoba es, junto con la comarca de Antequera, la bisagra geográfica entre las dos Andalucías

Una clave que necesita un proyecto para sostenerse en el futuro. Un proyecto de ciudad en una frase que identifique el futuro y, con él, el de toda su provincia.

Más allá de una ciudad patrimonial

Fue hace 30 años, allá por los primeros noventa, cuando en el plan estratégico de la ciudad se subrayó el turismo como uno de los ejes centrales sobre el que podía pivotar el futuro de Córdoba. Hacía poco que se había conseguido la primera declaración de Patrimonio mundial (1984, la Mezquita-Catedral) y se instaló en el imaginario de la ciudadanía cordobesa el turismo como fuente de riqueza y de renta.

Vista del puente romano de Córdoba.

Vista del puente romano de Córdoba. / CÓRDOBA

Desde entonces, hablamos de Córdoba como una ciudad patrimonial, como una ciudad con historia, imprescindible para conocer la cultura occidental. El AVE nos hizo el resto. Y, desde entonces, todos los que nos sentimos cordobeses, hablamos de Córdoba como un viaje imprescindible. Un viaje esencial, una visita única. Es decir, nos vemos y vendemos Córdoba como un lugar para visitar. Pero hemos de ir más allá.

Porque el mundo se está configurando a través de áreas metropolitanas, porque eso está pasando también en Andalucía y porque ésta necesita a Córdoba para articularse, es por lo que Córdoba debe trabajar por ser, además de una ciudad para visitar, una ciudad para vivir, para instalarse. Nos va en ello mucho a todos.

Remedando el himno de Andalucía: Córdoba por sí, Andalucía, España y la Humanidad

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