cada vez nacen menos niños

La natalidad en Córdoba, en caída libre: ¿Y tú quieres tener hijos?

Los jóvenes cordobeses retrasan el momento de la maternidad-paternidad debido a la incertidumbre laboral y económica o la descartan porque el orden de prioridades ha cambiado

Naomí y Juan, padres de Valentina.

Naomí y Juan, padres de Valentina. / A.R.A.

Araceli R. Arjona

Araceli R. Arjona

¿Y tú quieres tener hijos? Responder a esa pregunta cuando uno está en sus años 20 es hoy mucho más difícil que hace tres o cuatro décadas. La realidad laboral, social y cultural ha dado un giro tan espectacular que ya no hay una respuesta única a esta cuestión aunque todas las respuestas están marcadas por el modo de vida del siglo XXI. En 2022, nacieron en Córdoba 5.578 bebés, según el INE, una cifra que lleva años cayendo en picado y que ya empieza a preocupar en las escuelas infantiles, donde cada curso reciben menos niños. Detrás de ese descenso de la natalidad y del retraso de la maternidad-paternidad (la edad media está en 32,3, dos años más que hace 20 años) hay múltiples factores, aunque el común denominador tiene que ver con la percepción de que el futuro es muy incierto y la estabilidad laboral y económica, un reto difícil de alcanzar. A eso se suma la necesidad u obsesión de los jóvenes de aprovechar el tiempo como sea para hacer todo lo divertido (viajar, tener varias parejas, acumular experiencias, salir de fiesta) antes de que la losa de la responsabilidad descienda sobre ellos. Y es que, hace tiempo que los hijos dejaron de traer un pan bajo el brazo y se convirtieron en carga familiar. 

Francisco tiene 22 años y compagina los estudios de Diseño y Animación con encargos que le dan para vivir de forma independiente. Se emancipó a los 19, pero, de momento, asegura que no se le ha despertado la vena paternal y que aunque así fuera, «no podría permitirme tener un hijo por motivos económicos». Él y su pareja han hablado del tema y han concluido que para dar ese paso necesitarían «tener ambos un trabajo estable y un sueldo acorde a los precios de hoy en día». No le importaría seguir de alquiler, «aunque tendría la sensación de que no tengo una seguridad para criar a esa criatura». Sobrevivir es la prioridad. «Yo estaría de lujo en casa de mis padres, pero ese no es mi plan», señala, «salimos lo justo porque si no hay para comer, no hay para fiesta, así es la vida».

Andrea y Gema, de 28 y 23 años, son pareja desde hace un año y medio.

Andrea y Gema, de 28 y 23 años, son pareja desde hace un año y medio. / A.R.A.

Entre los alumnos de la escuela de arte Mateo Inurria, gana el «no» y el «no sé» a los hijos. María tiene 20 años y asegura que es algo que no está en sus planes. «Quiero viajar y eso me quitaría mucho tiempo, además no tengo pareja ni creo que tenga estabilidad económica de aquí a mucho tiempo», afirma. Algo parecido le ocurre a su compañero Alfredo, de 20 años. «No lo veo, no me veo de padre y no entra en mis planes lo de formar una familia; tener hijos o tener una casa es algo muy complicado para los jóvenes a día de hoy, yo me veo en casa de mis padres muchos años todavía». Ese mensaje se repite, aunque de vez en cuando alguno diga lo contrario. Como Álvaro, estudiante de Ilustración. «Yo no tengo pareja, pero tengo pensado ser padre en algún momento», dice convencido, «pero eso será dentro de bastantes años». 

Francisco, estudiante y trabajador: "No podría permitirme tener un hijo aunque quisiera por el tema económico"

La mayoría vienen de familias con uno o dos hermanos en el mejor de los casos y aunque sus padres fueron jóvenes en su día, no creen que sigan sus pasos. Marta tiene 18 años y piensa que, de ser madre, «sería después de los 30, no antes». Antes, debería tener «una buena estabilidad económica porque es una responsabilidad para toda la vida». Ana Lucía, otra compañera, afirma segura que no piensa tener hijos. «Mi madre quiere tener nietos, pero ya tiene a mi hermana para eso», apostilla. A su lado, Pilar lo descarta totalmente porque «me genera mucha ansiedad pensar que una persona depende constantemente de mí, me gustaría tener hijos pero esa dependencia me agobia». Lo que tiene claro es que «en el caso de que me lo planteara, sería después de los 30 como mínimo». Rosa, de 22 años, se considera «una persona sensata y responsable y jamás traería una criatura al mundo sin una estabilidad económica». Tiene pareja desde hace dos años y ninguno de los dos se plantean tener hijos a corto o medio plazo. «De momento, no entra en nuestros planes, el futuro laboral está muy malo y si ahora mismo me cuesta subsistir a mí sola que vengo de un pueblo a Córdoba... mucho tienen que cambiar las cosas para que me vea con un hijo».

Marina y Pablo con la pequeña Emma.

Marina y Pablo con la pequeña Emma. / A.R.A.

Otros estudiantes, incluso más jóvenes, aseguran tener la vocación de ser padres aunque no saben cómo ni cuándo encontrarán el momento de lanzarse a la piscina. Sofía, alumna de 2º de Realización en el IES Ángel de Saavedra, no tiene pareja actualmente, pero dice sí a la maternidad «porque me parece algo muy bonito y, además, me encantaría ser madre joven». Eso sí, «necesitaría tener un trabajo estable y una vivienda antes», algo que ve complicado, pero no imposible. Tener pareja ya no es absolutamente necesario. «No me importaría tener hijos sola o adoptar», afirma. 

Javi, trabajador: "Quiero ser padre, ahora no tengo pareja, pero he echado los papeles para adoptar"

La adopción es una posibilidad que gana puntos entre los que no tienen pareja y quieren ser padres. Es el caso de Javi, de 27 años, que tiene un puesto fijo en una empresa, vive solo, pero no quiere perderse la experiencia de la paternidad, así que ya ha presentado su solicitud para adoptar. «Mi sobrina es como una hija, pero yo quiero ser padre». Lucía, estudiante de Integración Social en Zalima, también lo tiene claro. «Quiero ser madre joven y tener por lo menos tres hijos», asegura convencida, «mi novio no lo tiene tan claro, así que habrá que negociarlo». Antes de eso, quiere aprobar unas oposiciones y ser funcionaria. «No te digo que la cosa no se tuerza, pero hay que tener objetivos en la vida y ese es mi plan», asegura.  

Ángela, Sofía y Alejandro, del Ángel de Saavedra.

Ángela, Sofía y Alejandro, del Ángel de Saavedra. / A.R.A.

Alejandro tiene 20 años y también quiere ser padre. «Me gustan los niños y quiero vivir la experiencia de ser padre», afirma sin dudar. Tiene pareja, pero «ella tiene menos idea de tener hijos y lo más seguro es que no quiera, pero intentaré convencerla cuando llegue el momento». Un hijo «no es una carga», aclara, pero «te impide hacer viajes y otras cosas que habría que hacer antes». Para empezar, lo ideal sería «encontrar un trabajo estable» aunque «nuestro sector es todo lo contrario, porque tienes que ser autónomo, que salgan espectáculos y demás, así que... quién sabe lo que pasará». En su opinión, «si la comunicación con la pareja y la estabilidad económica existe, yo iría a por ello». Ángela, sin embargo, suspira cuando se le hace la pregunta. «Yo siempre he dicho que no, que quería ser la tía con gatos y dinero, pero ahora creo que si la vida me sonríe, a lo mejor probaría con uno....», afirma con una amplia sonrisa, «es una responsabilidad tan grande... pero tampoco querría quedarme con la duda de cómo sería una criatura criada por mí». La idea de que es algo que requiere mucha preparación sobrevuela la cabeza de muchos jóvenes, aunque la principal duda es cuánto tardarán en situarse laboral y económicamente. 

Gema tiene 23 años, es estudiante de Enfermería y trabajadora a tiempo parcial. Lleva año y medio con su novio Andrés y en breve se irá de alquiler. «Me gustaría tener hijos y a Andrés también, pero no creo que pueda ser hasta los 30 por lo menos», explica, «antes de eso tengo que acabar la carrera, situarme en un buen puesto y ver mundo». Como él está destinado fuera de Córdoba, lo más seguro es que ella intente encontrar un empleo a su lado. «No tendremos apoyo familiar si estamos fuera de Córdoba para criarlo, pero yo no me planteo tener un hijo si no estamos los dos juntos», afirma convencida. 

Andrea y Lucía, estudiantes de Zalima.

Andrea y Lucía, estudiantes de Zalima. / A.R.A.

Marina y Pablo saben lo que es criar a una niña lejos de la familia. Los dos tenían claro que querían ser padres jóvenes y la tuvieron en cuanto fue posible, cuando ella tenía 26 años y él 29. «Lo fundamental era la estabilidad laboral», algo que llegó cuando Marina acabó la residencia de Medicina en Ciudad Real y él, que trabaja en una empresa de mantenimiento, encontró empleo también allí. «Está siendo duro compaginar la crianza con el trabajo, las guardias y los estudios estando tan lejos de la familia, lo que te obliga a un extra de gasto, que no todo el mundo se puede permitir, y a encontrar a alguien que te dé la confianza suficiente para dejar a tu hija», destaca Marina, «nosotros somos una excepción en nuestro grupo y la verdad es que entiendo que la gente tarde más en tener hijos porque están ofreciendo contratos muy precarios y los estudios ya no garantizan un empleo en condiciones».

Estudiantes de Ilustración de la Escuela de Arte Mateo Inurria.

Estudiantes de Ilustración de la Escuela de Arte Mateo Inurria. / A.R.A.

Naomi y Juan, de 26, tienen una niña de dos años y medio y también son de los pocos de su pandilla con hijos. Ella cree que hay «muchos jóvenes que no quieren tener hijos porque prefieren vivir a su aire y salir de fiesta antes que crear una familia». Juan, que trabaja en un estanco, considera que el motivo es que «ha subido todo tanto que tener un hijo se ha puesto muy caro y si no tienes un puesto fijo, es una locura». La gran pregunta no tiene una respuesta única, pero está claro que, si el mercado laboral no ofrece salidas, la natalidad seguirá cayendo en picado. 

[object Object]

Que la edad media a la que las mujeres se enfrentan a la maternidad está subiendo es un hecho que confirma el jefe de la Unidad de Ginecología del hospital San Juan de Dios, José E. Arjona, que explica que «la máxima incidencia de partos está entre los 34 y 36 años y que ya hay más casos en mujeres mayores de 40 que por debajo de los 25». Además, España es el país de Europa donde hay más embarazos en mayores de 40. El temor de antaño a que «se pasara el arroz» ha dado lugar a una nueva situación en la que la maternidad se retrasa tanto que expone a las mujeres a una serie de riesgos de los que, según Arjona, es importante ser consciente. Para empezar, «cada mujer nace con una reserva ovárica que se va perdiendo, lo que hace que a los 40 años la probabilidad de quedar embarazada sea de solo un 5%». Por eso, la edad óptima para tener hijos está entre los 27 y los 30 años y «por encima de los 37 ya vamos tarde».

Para contrarrestar ese riesgo, cada vez más mujeres están optando por congelar óvulos (algo que hay que hacer con no más de 35 años) para utilizar más adelante, sobre todo, en casos de endometriosis, dolencia que afecta a la calidad y cantidad de óvulos. Una analítica de la hormona antimuleriana servirá para conocer el estado de la reserva ovárica, explica. En cuanto a los riesgos de concebir a partir de los 40 años, Arjona detalla que la tasa de abortos se cuadruplica y hay más probabilidad de que el feto presente alguna alteración cromosómica, aunque hay métodos diagnósticos para detectarlo. También hay más riesgo para la salud de la madre, con mayor probabilidad de presentar dolencias como la diabetes gestacional, hipertensión inducida, desprendimiento de placenta o cesáreas urgentes, por la presencia de miomas y menor elasticidad de la vagina. Estas situaciones son en su mayoría controlables, aclara. En cuanto al feto, los principales riesgos son el de parto prematuro y el de que nazcan con bajo peso. También son más probables las gestaciones gemelares a partir de los 40, tanto espontáneas, aunque no haya antecedentes familiares, como por el uso de técnicas de fecundación in vitro. 

Suscríbete para seguir leyendo