'¿Es esta la cárcel de San Pablo?'

Hallan en una vivienda de Capitulares restos de gran valor histórico

Un magnífico hallazgo en el sótano de una vivienda en el 6 de la calle Capitulares deja al descubierto una gran bóveda y una portada que podrían haber formado parte de la estancia donde Ambrosio de Morales fija el martirio de San Acisclo

Irina Marzo

Irina Marzo

Imaginemos un juego de muñecas rusas, en el que la más grande alberga en su interior una más pequeña y ésta, a su vez, otra. Imaginemos un rudimentario mecano que, desprendido de sus piezas, alberga en su interior un misterio. Imaginemos una vivienda en apariencia anodina que escondiera un hallazgo inesperado

La rehabilitación de la finca número 6 de la calle Capitulares, en pleno centro de Córdoba, ha deparado la existencia de una construcción valiosa en una zona cuajada de historia que fue circo romano, palacio almohade y finalmente, después de que Fernando III cediera en 1241 estos terrenos a la orden de los dominicos, un convento, el de San Pablo. Convertido en cárcel durante la ocupación francesa, el convento fue exclaustrado en 1835 al iniciarse la desamortización. 13 años después, ante el estado ruinoso del conjunto arquitectónico, se ordenó su derribo quedando en pie solo la iglesia.

En ese terreno fértil para la arqueología, una especie de triángulo de las Bermudas de la historia de Córdoba, nace esta otra historia, la del hallazgo. En 2019, el promotor y hostelero propietario de la Taberna La Montillana, Rafael Gavilán, adquirió un inmueble del siglo XIX que había estado habitado hasta fecha muy reciente. La mayoría de las viviendas de Capitulares proceden de la desamortización del convento, un proceso que los burgueses de la época aprovecharon para levantar sus casas en esta zona noble de la ciudad. Con el tiempo, aquellas casas fueron convirtiéndose en fincas de vecinos, una de las cuales fue adquirida por Gavilán para construir apartamentos en las plantas superiores y un restaurante en la planta baja.  

Acceso 8 Juan Murillo, en la portada que ha salido a la luz.  | FRANCISCO GONZÁLEZ

Juan Murillo, en la portada que ha salido a la luz. / Francisco González

Al poco de iniciarse los trabajos, los operarios descubrieron que el sótano del edificio podía ser más profundo de lo que aparentaba a simple vista. Fátima Castillo Pérez de Siles, arqueóloga y directora de la obra, explica que el sitio «ya prometía» por su ubicación (la misma Capitulares era conocida como calle marmolejos por la abundancia de restos y piezas que albergaba). La finca colinda en su parte trasera con el callejón del Galápago, que precisamente está siendo recuperado por el Ayuntamiento para conectar con Orive y donde también han aparecido tesoros.  

Los arquitectos responsables del proyecto, José María Barroso Campos y Antonio Galisteo Rosa, encontraron en el subsuelo de la finca indicios de lo que parecía una bóveda y de la que solo se veía la parte alta. «El sótano se encontraba lleno de escombros, no había las tres plantas o niveles que ya se pueden ver ahora, sino que el suelo estaba tapado y amortizado por otros muros, había una amalgama de estructuras que se habían ido superponiendo a lo largo del tiempo», explican. 

Para sacar la bóveda a la luz, los operarios han tenido que retirar toneladas y toneladas de escombros que se encontraban en el subsuelo tapiado de la casa. De hecho, la retirada de todos esos elementos que taponaban el antiguo sótano ha supuesto en sí misma una operación «muy peligrosa» porque ha habido que ir afianzando la estructura al tiempo que se iban sacando los cascotes, comentan los arquitectos que han llevado a cabo la operación con las directrices de la Gerencia de Urbanismo y de la Delegación de Cultura. «Hemos tardado meses en ver la sala despejada, pero nuestra sorpresa fue descubrir el tamaño imponente de la bóveda, de la que al principio solo se apreciaba la parte alta», relata Fátima Castillo.

Cota 8 Está 6 metros por debajo del suelo de Capitulares. | FRANCISCO GONZÁLEZ

La cota está a 6 metros por debajo del suelo de Capitulares. / Francisco González

Al descubierto han quedado los muros con sillares de la antigua estancia, la bóveda de ladrillo y una portada por la que se haría la entrada al antiguo convento por la trasera de Capitulares. El conjunto está situado dos niveles por debajo de la cota actual, es decir, unos 6 metros por debajo del suelo de Capitulares. 

Aunque en estos momentos los expertos se encuentran en pleno trabajo de documentación del hallazgo (hay partes del muro que podrían remontarse al siglo XV o XVI), el jefe de Arqueología de la Gerencia Municipal de Urbanismo, Juan Murillo, lanza varias hipótesis al viento: que fuera una subestructura bajo un almacén (una especie de silo para acumular el cereal del convento), y otra es que fueran las cárceres de San Pablo que cita Ambrosio de Morales y donde sitúa el tormento de los mártires San Acisclo y Santa Victoria (otros historiadores creen más plausible que San Acisclo y los otros mártires cordobeses del siglo IV murieran en la arena del anfiteatro del Rectorado en las fauces de las bestias).

Hipótesis

De Morales escribió sobre las cárceres de San Pablo, las relaciona con el pretorio o palacio del gobernador, y las describe como una especie de mazmorras donde podrían haber estado encarcelados los mártires. Las celdas tendrían acceso desde el claustro del convento, en lo que hoy ocupa el callejón del Galápago. «Estamos hablando de una hipótesis, pero tenemos una estructura subterránea que comunicaba con el claustro y esta estructura abovedada. Sería bonito pensar que estuviéramos en ese sitio apuntado por Ambrosio de Morales. Aunque la certeza no se puede tener nunca al cien por cien, las piezas encajan».  

Sobre esta ubicación, dice en sus Paseos por Cordoba Teodomiro Ramírez de Arellano: «En este punto se supone estaría la entrada de las fieras, y al final de la iglesia de San Pablo, las cárceles, como tradicionalmente se cree, erigiéndose una capilla a los santos mártires Acisclo y Victoria en el lugar de su prisión, donde existía un subterráneo o comunicación, que con el derribo del convento ha desaparecido o ha quedado sepultado».

Ahora, además de los arqueólogos, tienen también un importante trabajo por delante los arquitectos: recuperar el espacio y construir un restaurante en ese nivel con la suficiente protección de los restos. «Se trata de un proyecto muy singular, que ha ido saliendo poco a poco y por su propio peso», comenta el arquitecto. Para salvar los desniveles quieren construir una escalera e instalar un ascensor en cilindro que permita acceder a la parte baja a personas con movilidad reducida.  

Para el propietario, «lo difícil ya se ha hecho, ya que ha sido una obra muy compleja que ha habido que ir afianzando», de modo que sus planes pasan por abrir el restaurante --cuyo nombre podría aludir a esta bonita historia-- a primeros del año próximo.

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