Controlar el acceso a internet de los hijos como mecanismo de prevención es una medida difícil y controvertida, no solo porque ellos suelen saber más que los padres y son capaces de crear perfiles falsos para eludir el control, sino porque prohibir algo siempre fue la mejor manera de fomentar el objeto prohibido y porque puede suponer una intromisión en la privacidad. Enrique Benítez, profesor de la Universidad de Córdoba especializado en transformación digital y ciberseguridad, explica que es posible establecer mecanismos de control parental en el móvil a través de Google Play (Android) y Apple Store (para la galaxia Apple). Además, hay herramientas de pago para bloquear el acceso a la pornogafía como TheOneSpy, OgyMogy, Net Nanny o Qustodio, entre otras.
En todo caso, en su opinión, «la educación y el diálogo en familia son esenciales para la prevención, aunque no se le dedica tiempo porque los propios padres son en muchos casos quienes priorizan a una plataforma cuando tienen un rato libre». Para Benítez, el control parental puede llevar a detectar búsquedas de información de adolescentes relacionadas con otros temas como la homosexualidad o los embarazos no deseados que, más que proteger, supongan un mecanismo de vigilancia.
Como el resto de expertos, considera que es imprescindible «abordar la educación sexual en colegios e institutos por una cuestión social». Basta conectarse a cualquier portal porno, señala, para comprobar qué tipo de pornografía está al acceso de los menores y cuáles pueden ser sus consecuencias.
Plantea además que el acceso al porno va más allá de las familias y cabría la intervención del Estado a través de leyes y políticas públicas como las que se están desarrollando en Francia, ya que «los intermediarios y los propios portales porno también tienen su responsabilidad en el acceso al porno online».
Para Benítez, «habría que exigir a las BigTech y a las empresas que ganan dinero ofreciendo acceso indiscriminado al porno online que cumplan las mismas normas que se exige, por ejemplo, a la exhibición de revistas pornográficas (en España se prohíbe mostrarlas al público en quioscos desde hace muchos años)». Recuerda que «miles de familias carecen de conocimientos y otras tantas, de recursos para contratar las soluciones de pago».